Zarco ; [ Ringry ]

32; encuentros

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Eran las 7:30 Am. Souya ya había llegado a su hogar y logró entrar sigiloso hasta su cuarto, donde retiró su ropa y se puso la del pijama para finalmente volver a su cama.

No podía dormir, su mente volvía a reproducir una y otra vez los eróticos momentos entre ambos, la juguetona mano de Rindō en su erección y sus calientes besos, aún más la descarada pregunta sobre desvestirle más, le hubiera gustado saber que hubiera pasado después de eso, desconocía por completo el sexo entre dos hombres, no es que supiera más sobre el de las mujeres, sólo cosas básicas y vagas, enseñanzas burdas de las revistas porno que su hermano esconde bajo su cama.

Indagaba demasiado en las acciones, pero nada en Rindō.

Su persona aún le parece desagradable o poco digna de su cariño o confianza, no se saca de su mente la idea de él como un caliente agresivo, pero agradeció el gesto de respetar por una vez su decisión.

Deseaba volver pronto a sentirse tan bien en los labios y brazos de alguien, de quien sea.

Rindō por su lado sólo pensaba en sus lindos ojos observarle con excitación, su boquita húmeda gimiendo su nombre y esa cálida piel que podria acariciar todo el día sin aburrirse.
Estaba enamorado a más no poder, lo deseaba, queria tenerlo entre sus brazos por siempre, dormir con él, despertar con él, protegerlo, mimarlo, tomar su mano y sentir todos los días su corazón tan cálido como en esa noche.

Ran lo notaba más feliz de lo usual, quizá se sentía feliz por su hermano, aunque algo envidioso de su avance con uno de los Kawata, por su lado simplemente intentaba acercarse a Nahoya pero era inmediatamente repelido por él con desagrado en su voz y acciones.

(...)

La semana de clases partió, nuevamente día lunes y se notaba el pesado ánimo de todos en la institución.

Aunque...

Las cosas comenzaban a tornarse interesantes entre Rindō y Souya, sus escapadas discretas a los camerinos a besarse se hicieron habituales en el día y ya casi no se quedaban después de clase a estudiar en la biblioteca, sólo a encerrarse en esa oscura habitación con la intención de pasar un buen rato.

Rindō se sentía confiado, estaba seguro que había logrado llenar su corazón, después de todo él le dijo que este tipo de cosas se hacen con quién quieres.
Y Souya parecía el más animado a la hora de sus encuentros.

Tomó experiencia al besar, haciéndolo tan bien como el rubio y no sólo eso, cada vez le permitía al mayor realizar más cosas, habían días donde la camisa se mandaba a volar y únicamente quedaban con sus pantalones.

Souya con el permiso de Rindō se encargó de marcar con chupones sus hombros y pecho, besando con pasión su cuello y mentón.
Rindō apretaba con fuerza sus nalgas, propinándole suaves nalgadas que sólo lograban excitar más a ambos.

El día siguiente caía Jueves, ese día fue bastante importante para ambos.

Y tal vez lamentable para uno de ellos...

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