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Como ya era costumbre, Yoongi no dejaba de quedarse hasta altas horas de la noche en el estudio. Por fin era viernes y los demás habían decidido reunirse en casa para beber y pasar el fin de semana juntos, pues el trabajo en este par de meses había sido tan intenso y ajetreado que apenas tenían tiempo para hacer su vida fuera de éste.

Aún así, el pelinegro había optado por quedarse en la tranquilidad y comodidad de su estudio y trabajar en proyectos externos. Siendo tomado por sorpresa al escuchar el sistema de la puerta siendo abierto desde afuera, una cálida sensación se hizo presente cuando unos delgados brazos lo rodearon por detrás.

—Hola —musitó Taehyung en su oreja con un tono muy peculiar— ¿Qué estás haciendo?

Con las comisuras de sus labios apenas elevadas, Yoongi apartó los brazos del castaño para poder girarse y encararlo, acercándolo a él una vez estuvieron frente a frente.

—¿Cómo entraste? —cuestionó, ignorando la pregunta anterior.

Taehyung frunció el ceño como si aquello fuera obvio, y es que sí lo era.

—Tú me diste la clave, tonto —rió, y no dudó en adueñarse de su regazo, derritiéndose sobre él cual muñeco de trapo. Sus brazos rodeaban su cuello flojamente y sus piernas colgaban de la parte trasera de la silla—. Como sea, no contestaste mi pregunta.

Yoongi rió entre dientes y comenzó a sobar la espalda del castaño, adorando sentir sus pequeñas respiraciones sobre su cuello.

—Sólo estoy asegurando algunos archivos y limpiando el ordenador, y de paso podría trabajar en una melodía o algo así.

Taehyung gruñó inconforme y enredó sus dedos en el largo cabello del mayor, comenzado a masajear.

—¿Puedo quedarme? —preguntó con un tono suave, casi convincente, pero Yoongi negó.

—Te aburrirás, Taehyungie —bufó con gracia— sólo estoy revisando archivos y eliminando cosas que ya no me sirven, ¿por qué no vas a casa con los demás? Los alcanzaré en un rato de todos modos.

Separándose con algo de brusquedad, Taehyung frunció el ceño y se cruzó de brazos, aunque sin abandonar su cómodo regazo.

—Nunca me dejas quedarme contigo —se quejó con un puchero— ¿Tanto aborreces mi presencia?

Yoongi soltó una carcajada ante el comentario, viendo cómo Taehyung luchaba por mantener un semblante molesto.

—Estamos exagerando de nuevo, ya veo —se burló, y de inmediato acunó su rostro entre sus manos, acariciando sus mejillas.

—No exagero, sólo di que no me quieres —refunfuñó nuevamente, aún con ese tierno puchero.

—No creo que eso sea verdad —Yoongi sonrió ladino, tomándolo por la cintura.

Sintiendo su cuerpo electrizarse ante el tacto, el menor se aprovechó del ambiente que se estaba creando para acercarse hasta Yoongi, quedando a centímetros de su rostro.

—¿Podrías por lo menos regalarme cinco minutos de tu valioso tiempo, entonces? —habló sobre sus labios y, sin obtener respuesta, los unió en un beso, comenzando a moverse en sincronía al poco tiempo.

¿Hace cuánto no probaba los labios de Yoongi de esta forma? Tan mutua, tan necesitada por ambos. ¿Hace cuánto no sentía mariposas en el estómago?

Taehyung se derretía ante la lentitud y profundidad con la cual el pelinegro devoraba su boca. Ante aquel particular sabor a menta que no fallaba en hacerse presente y que era ahora incluso más notable que antes. Ante la forma en la que su cintura era sujetada que apenas su playera se levantaba, podía sentir la yemas de los dedos de Yoongi rozar su piel.

𝐅𝐚𝐤𝐞 𝐛𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora