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Sábado.

—¿A dónde me llevas? —preguntó Taehyung impaciente pues Yoongi llevaba más de una hora conduciendo y no parecían llegar a ningún lado— ¿Cuándo llegaremos?

—Espera un poco más, Taehyungie.

—Hyung —se quejó alargando la palabra e hizo un puchero— ¿Puedo poner música al menos?

El pelinegro bufó y detuvo el auto frente al semáforo en rojo.

—Claro que puedes, pero por favor deja de decirme hyung.

Taehyung frunció el ceño y lo miró con ojos curiosos.

—¿Pero por qué?

Yoongi rió fuertemente y lo miró incrédulo.

—¿Te parece lógico subir a mi regazo y meterme la lengua hasta la garganta y después llamarme hyung?

Taehyung soltó una carcajada y escondió su cara entre sus manos, negando con vergüenza.

—¡Qué obsceno! —dijo sorprendido y golpeó su hombro levemente.

El semáforo se puso en verde y el auto arrancó de nuevo. Yoongi no hizo más que alzar los hombros y el castaño suspiró divertido.

—Está bien, Yoongi —contestó entre risitas— aunque no prometo nada, es extraño.

Al cabo de varios minutos, el auto por fin se detuvo en un campo enorme. Taehyung frunció el ceño confundido pero aún así se permitió admirar el bonito paisaje.

Se podían observar un par de vacas a la distancia y un precioso río que decoraba el camino, al igual que el mágico cielo que se pintaba de distintos tonos de rosa mezclado con celeste. Taehyung bajó del auto emocionado dejando a Yoongi atrás y de inmediato introdujo la mano en el río, notando los pequeños peces que había dentro, junto con un par de ranas sobre los nenúfares.

Con la misma emoción de un niño al recibir un juguete nuevo, Taehyung señaló a los pequeños animales y dirigió su mirada hacia Yoongi cuando éste llegó hasta él.

—Y esa no es la mejor parte —dijo el pelinegro dejando ver dos pequeñas canastas, tendiéndole una al menor— ven.

Taehyung tomó la canasta e intrigado caminó junto a Yoongi mientras se abrían paso entre un par de árboles y arbustos. Caminaron un pequeño tramo y antes de poder llegar a donde el pelinegro lo guiaba, el castaño resolló con emoción.

—¡Es un campo de fresas! —exclamó emocionado, arrodillándose frente a las frutas para poder apreciarlas mejor—. Están preciosas y listas para ser cortadas, pero ¿podemos hacerlo?

Yoongi se arrodilló junto a él y lo pensó.

—No creo que se molesten si tomamos unas cuantas, ¿verdad? —sonrió travieso— ¿Cómo sabes que ya están listas?

—Bien, pero sólo unas cuantas —regañó Taehyung—. Y puedes saberlo principalmente por el color, las hojas deben ser de un verde oscuro y la fresa debe ser totalmente roja, además de que debe tener una textura firme —explicó— si tiene algo de blanco es que aún no está lista, y por el contrario si las hojas están secas es que ya está podrida.

Taehyung seguía explicando pero para Yoongi eran sólo palabras de fondo que se mezclaban junto con los sonidos de la naturaleza, pues no podía concentrarse en otra cosa que no fuera el castaño. En cómo una media sonrisa se dibujaba en su rostro al hablar. En cómo sus pestañas revoloteaban a la par que sus ojos recorrían inquietos las fragarias. En cómo sentía las fresas tiernamente antes de meterlas a la canasta para corroborar que estuvieran perfectas, y en cómo al darse cuenta de que ya no le prestaba atención, decidió dejar de hablar.

𝐅𝐚𝐤𝐞 𝐛𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora