CAPITULO 30

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Contenido ¿+18? No sé porque aviso si de todas formas lo leerán sin vergüenza. Dejo claro que no soy la mejor escribiendo este tipo de cosas pero hice el intento :) 



3 semanas atrás.

Nolan.



—Amor, ¿Dónde está el pan? —pregunto buscando en los gabinetes de la cocina.

—No hay, ve a comprar—dice desde el baño.

—Claro que te puedo hacer el favor de mantener tu alacena—escucho su risa—Vuelvo en unos minutos.

Son las 11 de la noche y a esta mujer le llego el antojo de Pastas con pan. Y adivinen quien, como buen idiota, la va a consentir.

Entro al supermercado y voy al sitio de comida. Yes, ahí está el pan.

Voy camino a la caja, pero me detengo en el pasillo de dulces. Busco sus Kinders, otros chocolates que sé que le encantaran y una Nutella.

Cuando regreso, el apartamento está lleno de su perfume. No escucho nada.

—¿Bella? —dejo las cosas en la barra y voy a su habitación—¿Bella?

Abro la puerta y la encuentro dormida. Sonrío al verla.

Lleva días estudiando para un examen importante y no ha podido dormir mucho. Así que verla descansar me alivia.

Voy a la cocina a preparar su comida, no pasa nada sino se despierta. Puede comerla mañana.

Abro el paquete de pasta. Coloco la olla con agua y espero a que se caliente para echarla. Por otro lado, corto cebolla y tomate y los sofrío en un sartén. Cuando ya están, saco la licuadora y le pongo leche y el guiso del sartén.

Apago el fuego donde está la pasta y siento unos brazos rodeándome la cintura.

—Hola—dice con voz soñolienta. Me volteo.

—¿Te desperté? —pregunto mientras la abrazo.

—No. Solo que tenía que ir al baño—mira la estufa—Huele delicioso.

—Claro que sí, yo estoy cocinando—me mira mal pero después sonríe.

Se aleja de mi para subirse en la barra con algo de dificultad. Solo lleva puesta mi camiseta y un corto short. Mi vista baja a sus lindas piernas y me obligo a subirla.

—¿Me vas a acompañar? —pregunto volteándome porque no quiero que me gane la tentación.

—Ummm—dice—Algo así.

Un segundo.

Un segundo regresé hacia ella la mirada y vi sus piernas cruzadas. Eso basto para que me acercara rápidamente y envolviera sus piernas en mi cintura mientras mis manos están en su espalda baja.

—Tu, pequeña lindura—susurro—Me enciendes como nunca nadie lo había hecho. Si con solo verte aquí sentada ya me tienes a tus malditos pies—le doy un beso en el cuello y siento sus manos en mi cabello.

Sonrío contra su piel.

—Pero—pone las manos en mi pecho y se aleja—Tengo mucho sueño, no he dormido casi nada. nos vemos—se baja y se va por el pasillo.

Genial. Otra vez parezco un puto microondas.

Siento una mano en mi espalda.

—Un día más, un día menos. Me importa una mierda—agarra mi cuello y lo baja para darme besarme.

¿Resistirme? Con ella nunca.

Vuelvo a levantarla y pego su espalda a la pared sin parar de besarla. Sus labios son una completa delicia. Nuestras lenguas se encuentran y eso hace que me pegue más a ella.

Rosas Color GlaucousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora