CAPITULO 12

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Nolan



Me encanta.

La conoces hace 3 días. ¿Cómo te puede gustar alguien tan rápido?

No lo sé, pero lo hace de una manera impresionante.

Causa de todo en mí.

Eso pudimos notar...

Pero no solo en ese sentido, aunque nadie puede negar lo hermosa que es. Es la belleza en carne propia. Arabella es alguien que me ha hecho sentir tanto en tan poco tiempo.

¿No sientes que todo está pasando muy rápido?

Un poco, pero no creo que signifique algo malo.

­—Oye—llamo su atención—Quisiera hacerte una pregunta. No la tienes que responder si no quieres.

—Dime—me mira.

—¿Sería muy entrometido de mi parte preguntar por ese tal Dex?

Me mira un momento para luego hablar.

—No puedo contarte todo con detalles, pero lo único que te puedo decir, es que fue una persona que me ayudó mucho en un momento complicado por el que tuve que pasar —sonríe un poco.

Creo saber a qué se refiere.

No, no sabes. Cállate.

─Ahora mi turno. Espero no ser una entrometida—nos reímos.

Amo que muestre su sonrisa.

—Adelante, tienes mi permiso—la miro un poco nerviosa.

—Eh... no sé cómo decirlo... ¿La relación con tus padres es muy...

No termina la frase, pero sé de qué me habla.

No le puedo decir.

No puedo. Necesito conocerla mejor para saber si esta bien confiar en ella.

Pues no esperes más estúpido.

Me acerco aún más y hago lo que me encanta hacer. Acunar su cara en mis manos.

—Dulzura, responderé todas tus preguntas algún día. Solo dame tiempo. ¿Si?—detallo su bello rostro.

Sus ojos son hermosos. Color chocolate. Tiene cejas y pestañas espesas y negras. Le quedan de maravilla.

Sus labios. La primera vez que la vi, tenia cierto color carmín en ellos, ahora no es así. Están sin color y un poco agrietados. Eso aumenta mi deseo de besarlos.

Hazlo.

Calma caballo.

Ella tiene que estar cómoda y segura. Podré esperar todo el tiempo que ella quiera.

Observo como sus mejillas toman cierto color y me hace sonreír.

—Vale, vale. Perdón por ser una entrometida—dice avergonzada y se aleja de mi pero me acerco más. —Hijo mío, vas a provocarme taquicardia, aparta un poco.

Lanzo la risa al aire.

Me encantan esos comentarios.

—Ya mujer. Me aparto—lo hago con manos en alto.

—Que considerado—se pone la mano en el pecho.

Me quedo como estúpido mirándola unos segundos.

—¿Qué quieres comer?

Noto como una pizca de miedo se posa en sus ojos.

—Pensándolo bien, no tengo mucha hambre. Comí hace poco cuando estaba en casa.—me sonríe.

Rosas Color GlaucousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora