CAPITULO FINAL

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Tiempo presente


Nolan

—¿Has vuelto con Liv? —pregunta Tom mientras enciendo un cigarrillo.

—No—digo.

—Nolan, sabes que es necesario—me rio.

—No, no lo es. Agradecería que dejaras ese tema, en serio—digo antes de dar una calada y recibir todo el humo en mis pulmones.

—Nolan, tienes que saber que el-

—Adiós, Thomas. Salúdame a Peter—agarro mi mochila y salgo del apartamento.

Abro el auto y me subo para comenzar a conducir.

¿A dónde voy? Ya verán.

Es un lugar que apropie como mío después de todo lo que paso.

Por cierto, Liv es mi psicóloga.

Acelero el auto, como si no me importara mi vida.

Es que no te importa.

Tienes razón, me importa una mierda.

Esquivo a los autos que se me atraviesan. Algunos tocan el claxon, otros sacan su cabeza por la ventana y me insultan. Yo les saco el dedo medio y sigo acelerando hasta que por fin llego.

Saco las llaves de mi mochila y abro la puerta vieja.

Lo primero que mis ojos ven, son las sillas rojas y las paredes pintadas. No es lo mismo, no se siente la misma magia.

Voy hacia el escenario y subo en él. Abro la mochila y saco de ella la carpeta color azul.

—No, Nolan. No azul. Glaucous.

Voy al borde y cuelgo mis piernas. Miro al frente y puedo imaginarla recorriendo este lugar con esa linda sonrisa que tenía.

—Sabes algo—digo.

—Dime—levanto la mirada y la veo. Sentada ahí, con su largo cabello y esa linda carita.

Si, parece ser que en algunas ocasiones logro verla.

—No tienes ni puta idea de cómo te extraño—mis ojos se calientan—Si tan solo yo-

—No. No lo hubieras podido evitar.

—Quería tener al menos la oportunidad, pero no me la diste—cae la primera lagrima—Bella, no sabes lo mal que he estado. Mis notas van en bajada, he dejado de comer. Lo único que hago es fumar. Me refugio buscando algo que disminuya la presión en mi pecho, pero no encuentro nada—bajo la cabeza y lloro. Lloro como todos los días que he estado viniendo.

Levanto la vista y ya no está.

—Por favor, no me dejes—susurro a la nada.

Desde el suicidio de Bella mi vida a dado un completo giro. Trato de asistir a clases porque supongo que ella hubiera querido que siguiera con mi vida, pero simplemente no puedo. No puedo dejar de pensar en ella, no puedo dejar de reproducir el video, no puedo dejar esa imagen de ella colgada. Simplemente me es imposible.

Saco mi teléfono y un cigarrillo.

Reproducir canción.

Cierro los ojos y me recuesto en el piso de madera. Donde un día ella tuvo la fortaleza de contarme todo. En donde bailamos y cantamos hasta cansarnos. Nuestro lugar.

La voz del que siempre será el amor de mi vida inunda mis oídos con su melodiosa voz cantando Another Love.

¿Alguien más masoquista que yo? Nadie.

Rosas Color GlaucousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora