CAPITULO 29

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Arabella



—Hola mamá—respondo cuando abre la puerta.

Esta igual de hermosa que siempre. Su cabello negro rizado cae por sus brazos hasta su cintura. Su piel sigue igual de perfecta, siempre ha sido una mujer muy vanidosa y eso es algo que me parece bastante atractivo. La vanidad y elegancia. Aunque de su boca salga mierda.

Toda la vida ha sido una mujer delgada. Tiene una cintura pequeña, caderas anchas y piernas gruesas. Es muy hermosa físicamente.

—¿Qué quieres? —dice. Sonrío.

—Vine a visitarlos. Diane me dijo que toda la familia vendría, así que bueno—digo acomodando mi falda. Me mira de arriba abajo.

—Adelante—termina de abrir la puerta.

Aquí vamos. Tú puedes.

Que la poca estabilidad emocional que gane en estos meses me ayude. Amén.

—¡Bella! —Diane corre hacia mí y me abraza—Que bueno que estés aquí—muestra su sonrisa perfecta.

—¿Cómo has estado? —le pregunto sin mostrar mis dientes.

—Muy bien, ayer estuvimos en un concurso de bailen y ganamos—dice emocionada.

—Me alegro mucho por ti, eres la mejor—le guiño el ojo.

Hasta ahora todo bien.

Iba a ir a mi habitación a buscar una cosa, pero alguien me detiene. Mi abuela.

—Arabella—me abraza y yo hago lo mismo—Que bueno que estés aquí—me sonríe.

—Si, tenia un poco de tiempo libre y quería venir a verlos.

Mentirosa.

—Estas...—se detiene y me mira de arriba abajo. Por favor que no diga nada—¿Qué tal la universidad? —pregunta al final.

—Gracias a Dios, muy bien abuelita—le sonrío.

Son muy católicos. Tengo que decir o hacer ciertas cosas para no tenerlos encima todo el día criticándome.

—Me alegro—sonríe. 

—Mama... Oh, Arabella—mi tío.

—Hola tío—trato de ocultar mi incomodidad.

—¡Ay!, lo olvidaba, tengo que leer la biblia con la vecina. Vuelvo luego—y se va, dejándome sola con mi tío.

—¿Qué tal?—pregunta.

—Todo muy bien—mi mano comienza a temblar y la oculto en mi espalda. Sonrío.

—¿No has estado haciendo ejercicio ni dieta, ¿verdad? —pregunta.

Hasta aquí llegamos.

—Realmente no—me sincero—He estado ocupada con la universidad. Tengo uno de los mejores promedios de mi carrera, sino es que es el mejor. He ganado reconocimientos por parte de la misma. Así que no, prefiero alimentar mi cerebro—digo sin nervios.

Se queda callado.

Muy bien Bella.

Lo dejo solo en el pasillo y me encamino hacia mi habitación. Con suerte la encuentro sola. Entro y cierro la puerta.

—Dos, faltan 10—cierro los ojos y suspiro—Dios, Arabella. Respira.

Sin darme cuenta, he comenzado a llorar.

—Ahora no idiota. No seas estúpida—me limpio las lagrimas con rabia—No puedes permitirles verte así de débil. Solo muestra la sonrisa de siempre y ya está. Cuida tu boca y todo saldrá bien.

Rosas Color GlaucousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora