Ángela Lefbvre, había dejado de sonreír.
La luz de su rostro se había ido aquel día que su hermano mayor, Alexandre Lefbvre había entrado por esa puerta y le había dicho que sus padres, no habían sobrevivido al accidente automovilístico, muriendo ambos en el acto, sintiendo que una parte de su corazón, era arrancada.
Los días en el hospital fueron largos, tortuosos para ella, negándose a comer y recibir visitas hasta que un día, su novio o exnovio, se había presentado a darle las condolencias y las disculpas correspondientes, después de todo, ella se había ido de su casa junto a sus padres luego de ver aquella infidelidad con su mejor amiga.
Todo era su culpa, por confiar y no poder resolver aquella situación, refugiándose una vez más en sus padres, demostrando lo débil y dependiente que era.
Un grito desgarrador alertó a las enfermeras una noche, viendo a la joven sentada en la cama sollozando con angustia.
El sonido de aquel camión lo recordaba cada noche, teniendo fuertes pesadillas durante su tiempo en el hospital, dependiendo de tranquilizantes para dormir y descansar.
Todo había cambiado, se había desmoronado su familia, sus relaciones, todo estaba roto, hasta ella misma cuando un día decidió terminar con su vida.
Había tocado fondo, un fondo que tal vez no tendría vuelta atrás si no fuera por él, por la única persona que había estado en sus momentos más oscuros, su hermano mayor.
-Quiero irme.... no puedo más... todo... todo me recuerda a ellos -Lloro en el suelo, abrazada a las piernas de su hermano- Lo siento... lo siento, pero no puedo más... todo es mi culpa...
Alexandre la había tomado en sus brazos y la había hecho dormir como a una niña pequeña, viéndola con tristeza de como estaba, pensando como podía ayudarla a sanar aquella enorme herida que había quedado en su corazón.
Era su única hermana y familia que le quedaba.
-Vivirás en Japón... arreglaré todo para que partas en junio y luego iré yo. Estarás sola... ¿Estarás bien con eso, Ángela?
-Sí... solo no quiero estar aquí... todo me duele...
-Seguiras un tratamiento allá... no debes dejarlo... promételo.
Sus ojos azules eran opacos, asintiendo finalmente.
Venir a Japón a vivir, significaba dejar atrás su antigua vida e iniciar una nueva con el pesar de sus grandes heridas, pero estaba bien, desde que había tomado aquel avión y dejado su país con sus más dolorosos recuerdos, estaba bien.
Camino tranquilamente por las calles de Tokio, viendo los árboles totalmente florecidos por las flores de Sakura.
Era una vista hermosa y su cabello blanco, largo y suelto pareció danzar cuando el viento voló algunas flores.
Sus ojos azules se posaron en el papel que le había dado su hermano antes de tomar el vuelo, siguiendo las indicaciones hasta encontrar un taxi que la llevara allí.
Tenía las llaves, sacándolas de su jeans de color negro, mientras arriba usaba una polera sin hombros, de cuello alto y que dejaba ver parte de su abdomen. Pago, recibiendo la diferencia y bajo del auto.
Era un pequeño condominio con 5 pisos de departamentos, rodeado de flores y árboles, dándole un aire acogedor, después de todo, seguía gustándole los aires verdes.
Subió hasta el 5 piso donde una mujer de edad la recibió, reverenciándola y mostrándole una grata sonrisa que ella correspondió.
-Buenos días- Saludo la ojiazul.
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Caminar al filo del abismo
Fanfiction"Ángela decide ir a Japón debido a que alemania le recuerda todo sobre sus padres, culpandose de su muerte. En Japón conoce al dios de la muerte, comenzando un abismo donde uno de los dos no saldra. Su mente confundida, olvida a Mikey, recordando po...