Capítulo 28.

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Capítulo 28:

Key estaba en problemas. A Youngmin le sangraba la nariz. 

 Me guió para que lo acompañara hasta un médico. Parecía no afectarle lo que pueda pasarle a Key.

- ¿Por qué piensas en ti mismo?- Dije enojada.

- Que...¿Crees eso sobre mi?- Me respondió serio Youngmin.

- Si. Dejas a alguien solo. Y esta en problemas por tu culpa- Me hice la ofendida(aunque lo estaba, y mucho).

- Lo siento, amor.

- No me digas así. No me llamés siquiera. Si a Key lo despiden, entonces buscaré la forma de irme de esta casa.

- No...

Intento agarrar mi mano, pero aleje rápido, no quería pensar en nada, solo en lo que le podría pasar a una persona que solo quería mi libertad.

Estuve en el patio un tiempo. Mirando el suelo. El cielo. El jardín. La sombra de Youngmin me tapo.

- ¿Qué quieres? No quiero volver a estar encerrada.

- No. Lo siento. Me encargare de que no lo despidan.

- ¿En serio?.

- Sí, por ti. Porque te amo.

- Si me amarás no me encerrarías. ¿Tienes miedo de qué me enamore de otra persona?¿Quizás de Kwangmin?.

- ¿Qué?...- Hizo silencio, como si estuviera en lo correcto- No estas más encerrada. Lo siento. No le tengo miedo mi hermano, tu estas enamorada de mi.

- ¿Quién lo dice?. 

- Tu .Cuando me miras, me hablas. Cuando te sonrojas.

- Ves muchos doramas.

- No seas así. Vamos.

- ¿A dónde?.

- A pasear. A salir de aquí.

- Quiero ir con Kwangmin. Si no eres celoso, entonces me dejarás estar con él. 

- Eso significa que me amas.

- ¿Acaso dije eso? Somos amigos, como Kwangmin y yo.

- Debes estar bromeando. ¿No te das cuenta de nuestro amor?.

- Ya basta. Detente.

- Esta bien. Llamaré a mi hermano.

Llamó a Kwangmin quien estuvo hay en unos segundos.

- ¿Qué sucede?.

- Ve con ella- Le dijo Youngmin.

- Vamónos Kwangmin, quiero estar contigo.

- ¿En serio?- Exclamó Kwangmin confuso.

- Sí. Vuelve en una hora.

Youngmin se fue enojado.

-¿Adonde vamos?- preguntó Kwangmin.

- Donde quieras.

- Ya sé. Hay un festival en una ciudad cercana.

Fuimos con un auto algo viejo, pero al menos lo dejaron salir.

- ¿Estas de acuerdo en que debía estar encerrada?- Le pregunté mientras viajábamos en el auto.

- No. Ni siquiera fue nuestra decisión.

- Eh, como que, ¿de quién fue?.

- De nuestro mayordomo. Él sugirió que era lo mejor. Nos negamos pero nos ignoro.

Enamorarse de un desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora