Irila es una joven de 26 años cuenta con un pasado oscuro lleno de dolor el cual desea enterrar y nunca más volver a vivir, escapa de su país natal buscando una nueva vida en Inglaterra con la ayuda de su vieja amiga de la infancia.
Luego de mucho...
Diana vio marcharse a la más pequeña de sus hijas junto a su familia, quedando únicamente con August, acomodo los platos en la cocina cuando su paso silencioso logra ponerle los pelos de punta, había observado durante toda la noche sus preguntas retorcidas en la pobre chica que Tom había traído a casa, sembrando el disgusto latente de su hijo con cada palabra que salía de su boca.
—Estuve casada con tu hermano más de diez años, lo cuide incluso en sus últimos días y le di tres hijos; tres Hiddleston no creas que no sé o se me pasa por alto una sola de las acciones que dan, he aprendido a leerlos a todos como un libro se cuando están enojados, felices, deprimidos, furiosos...y tú no eres la excepción August. El viejo Hiddleston se acerca hasta ella apoyando las manos contra la mesa de la cocina sin apartar la cara de descontento que llevo durante toda la velada.
—¿Y como crees que puedo sentirme con esto?
—Feliz, tú sobrino encontró el amor de una buena chica.
—¡Diana! Esa chica ni siquiera está al mismo nivel que Tom, es una "Latinita" salida del fin del mundo, si mi hermano estuviera vivo le daría un infarto de solo ver a una persona como ella al lado de su hijo.
—¡Basta, August Hiddleston! Estás siendo muy injusto, no puedes juzgar a una persona de esa forma, es repudiable en cualquier ser humano y se vuelve aún peor cuando estás hablando de la novia de mi hijo, si Thomas la eligió es por algo y no voy a permitir que le faltes el respeto a ella o a la elección de mi hijo frente a mí.
—Diana abre los ojos, nada bueno podrá salir de esto si tiene tan encantado a Tom es seguramente por una sola razón y la misma que usará para enlazarse a nuestra familia.
—August déjate de conspiraciones, terminala de una buena vez.
—Le prometí a mi hermano que me ocuparía del cuidando de sus hijos como si fueran míos
—¡Hay por favor! Sarah, Thomas y Emma ya son personas realizadas, tienen familias, proyectos no necesitan de nuestros cuidados hace mucho.
—Hoy más que nunca necesitan de nuestra intervención antes de manchar nuestro apellidos con actos irreparables.
—¡Basta August! Deja a mis hijos realizar sus propias elecciones y ocúpate del tuyo, James ya no está aquí y si lo hiciera apoyaría a Tom como lo hizo durante toda su vida.
—Definitivamente no puedes verlo Diana, pero yo sí...y no dejaré que Thomas arruine así su vida como tampoco permitiré que marque nuestro apellido.
—August no te atrevás a meterte en la vida de mi hijo o me conocerás realmente molesta, es mi última advertencia. Contesta irreductible viéndolo con aquel desafío maternal; pero el viejo Hiddleston está muy lejos de ver a Diana como una verdadera amenaza, pero la pequeña y desalineada muchacha que Tom trajo sí, conocía suficiente a los hombres de su familia y el "pequeño Thomas" era igual a su padre cuando se enamoraba su rostro se volvía como el de un adorable querubín soñador, teniendo ese poder la Latinita no perdería su tiempo; pero no lo permitiría; su apellido había sido relacionado hace años con familias importantes y descubrimientos científicos; Irila no sería la mancha a años de esfuerzo y pulcritud.
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