Capítulo 1

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Los humanos eran la especie, de entre todas con las que tenía roce, los que más me intrigaban. Tan curiosos, salvajes e insensatos. Se esforzaban tanto por vivir, tener, pertenecer, aun sabiendo que su paso por este mundo era una visita corta y que, desde que daban su primer aliento, ya estaban condenados a morir.

Era innegable lo mucho que disfrutaba venir a visitarlos. Caminaba como dueño y señor de un lugar al cual no pertenecía. Nadie podía verme, no ahora, era innecesario mostrar mi rostro. Se encariñan muy pronto, pobres humanos.

-Señor, sus agujetas -escuché, pero seguí caminando relajado. Al parecer, la moda actual eran las pantallas grandes y las faldas cortas.

-Sus agujetas, Señor -tocó impaciente mi hombro derecho y volteé confundido. Una pequeña humana me regalaba la sonrisa más hermosa que había visto, lo que, viniendo de mi que habia vivo tantos años, era el mejor de los halagos. Señaló mis zapatos relucientes.

-Puede caer y lastimarse -me riñó. Yo no salía aún de mi trance y ella no pudo aguantar las ganas de protegerme y se agachó ante mí para acomodar mis zapatos. Estaba inmóvil, sin poder entender qué pasaba.

-¿Puedes verme? -me vi obligado a preguntar lo obvio y volvió a sonreír, ¿por qué me sonríe así?

-No debería tomar alcohol tan temprano, Señor -lanzó viéndome desde abajo y no necesité otra respuesta. Sus ojos se dirigieron hacia el reloj en su muñeca y se levantó con apuro.

-¡Llegaré tarde a clases! -chilló mientras se acomodaba el uniforme y empezó a sacudir su mano de lado a lado despidiéndose de mi-. Ya debo irme, Señor. Hasta luego.

Yo no salía de mi asombro y no podía permitirme dejarla ir sin tener más respuestas.

-Espera -la tomé del brazo y logré obtener de nuevo su atención. Dichoso aquel que era dueño de dicha mirada-. ¿Cómo te llamas?

-Ana -sonrió como lo hacen la mayoría de los humanos al decir su nombre. Aman nombrar las cosas. Peiné mi pelo hacia atrás viéndola.

-¿Cómo es que me ves? -pregunté intrigado en voz alta, sinceramente hablaba conmigo mismo.

-¿Por qué no debería verlo? Es demasiado alto y guapo como para no llamar la atención -lanzó y se sonrojó, aunque estaba seguro de que no se arrepentía ni un poco de expresar lo que pensaba.

-¿Siempre eres así de sincera, Ana? -su nombre bailaba en mi lengua y retumbaba por mi mente de lado a lado.

-Sí, no tiene ningún sentido mentir -me examinó de arriba abajo. Creo que había olvidado por completo su compromiso escolar. Hice una nota mental: "Era Sincera y distraída".

-No es de por aquí, ¿cierto? -negué-. ¿Viene de visita? -dejó la pregunta flotando en el aire y empezó a caminar como si fuera obvio que la seguiría.

-Sí, se pudiera decir que sí -movió la cabeza aprobando mi respuesta.

-Hay pocas cosas que hacer aquí -miró a su alrededor buscando opciones que yo no le había pedido y se volteó abruptamente empezando a andar de espaldas al camino que recorría. Me veía ahora de frente.

-El mejor café lo consigue en la cafetería de la familia Anderson y las mejores pizzas están en De Luka y... -siguió recomendándome lugares a los cuales no iría y nervioso, me cercioraba de que no fuera a caerse. No quería trabajar en mis vacaciones.

-Gracias -dije cuando por fin terminó de hablar. "Era habladora e impredecible" Anoté. Escuchamos unas campanas a los lejos que llamaron su atención.

-¡Hasta luego, Señor! -empezó a correr y se volteó de nuevo para despedirse de mí una última vez, agregando en esta ocasión, una amplia sonrisa que ahora estaba tatuada en mi memoria.

Me quedé de pie en donde me dejó, como si ahora fuera una estatua. ¿Quién era esa chica? O mejor aún, ¿qué era? Sonreí intrigado, nunca antes algo me había causado tanta curiosidad. Supongo que ahora entendía un poco el porqué los humanos buscaban respuesta a lo que no podían entender o explicar.

Sin poder esperar más, fui a ver al único capaz de resolver mi duda.

-¡Gabriel! -mi amigo pegó un salto y llevó su mano hasta su pecho vacío. Si hubiera estado vivo, seguramente su mirada me habría matado.

-¡Mierda, Azrael! -gruñó-. ¿Puedes hacer que al menos truenen un poco los cielos antes de venir sin previo aviso?

-No entiendo por qué eres tan miedoso -rodé los ojos-. Las parcas ni siquiera pueden morir. Creo que pasas mucho tiempo con los humanos y ya estás adquiriendo sus manías.

-Quizá si alguien trabajara más, tuviera menos rocé con ellos.

-Bueno, no vine hasta aquí para hablar de mí -me miró enarcando una ceja ante mi cambio repentino de tema-. No vas a creer lo que me acaba de pasar -llevó su vista de nuevo al frente, alguien pronto iba a morir.

-¿Qué pasó? -lanzó despreocupado.

-¡Una humana pudo verme! -dije evidentemente emocionado.

-¿Y...? -preguntó impaciente.

-Obviamente, si estoy tan asombrado, es porque en ese momento estaba oculto ante los ojos humanos, Gabriel -volteó a verme de nuevo y por fin tenía la atención que la extraña situación merecía. Mi amigo ralentizó el tiempo en el mundo de los vivos.

-¿Estás seguro de que estabas oculto? -asentí-. ¿Estás seguro de que te vio?

-Claro que sí, incluso amarró mis agujetas -miró la marcada diferencia entre mis zapatos.

-¿Cómo es que aún no aprendes amarrar tus cordones, Azrael? -me regañó.

-Sé que es difícil de creer, pero no soy perfecto, ¿sabes? Los lazos no son lo mío -rodó los ojos-. Pero ese no es el punto aquí. Dime, ¿cómo pudo verme? -pensó un momento.

-No tengo idea y no creo que existan registros de que algo así haya pasado con anterioridad -me miró serio-. Pero esto no me da buena espina, Azrael. Hasta que pueda investigar más, no te acerques más a ella.

La advertencia de mi amigo me había causado aún más curiosidad y aprovechando el montón de tiempo libre que tenía, descubriría por mi mismo las respuestas a todas mis preguntas, no tenía nada que perder o al menos eso pensaba.

-¿Me estás escuchando? -vio mis intenciones de marcharme y suspiró. Sabía bien que no le haría caso-. ¿Al menos puedes esperarm...? -lo escuché decir a lo lejos. Pero ya me había ido.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

¡Hola!

Aquí estamos de nuevo, espero que junto a mi disfruten de esta linda historia.

¡Un placer leernos una vez más!

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora