Capítulo 18

36 8 0
                                    

Ana

Por alguna razón que aún no entendía, era una chica lo suficientemente especial como para ver Seres Celestiales, sin embargo, aún, cada fin de mes, mis ovarios intentaban salir de mi cuerpo, lo que ocasionaba que mi humor sea una pesadilla.

Yo era consciente de que Azrael no lo había hecho apropósito, pero coincidencialmente, se había desaparecido por los últimos dos días, cuestión que no ayudaba en nada en como me sentía.

Caminaba por el campus de la universidad, despacio, como si temiera que la parte inferior de mi cuerpo se desprendiera de mí, cuando de repente, sentí como alguien respiraba en mi nuca y no lo soporté más. Me volteé molesta, aprovechando que nadie estaba cerca.

-¿Puedes dejar de seguirme? -se detuvo viéndome con sorpresa y abrió la boca, supongo, para decirme algo-. Sí, sí. Si puedo verte -intentó hablar de nuevo, pero no lo deje-. Dile a Azrael que deje de enviarlos a seguirme y que si quiere saber que estoy haciendo que venga él mismo -gruñí todo, sabiendo que luego me arrepentiría por haberle hablado a alguien así.

El hombre me miro serio y cuando se dio cuenta de que posiblemente ya lo iba a dejar hablar, lo hizo.

-Primero que nada, Ana -lanzó como si buscara paciencia de algún lado-. Azrael no me envió, él no me manda, de hecho, soy su superior -tragué saliva y mi postura cambio de inmediato-. Segundo, no importa cuál sea su posesión o denominación, debes respetar a cualquier ángel que se te acerqué, ¿qué es esa forma de hablar? -me regañó y solté una risita nerviosa que solo hizo que enarcara una de sus cejas.

-Lo siento -hice un puchero triste-. No me siento bien -dije después y luego de verme por un rato resopló. Ahora me veía con más calma.

-¿Qué tienes? -preguntó. Me acerqué a su oído.

-Estoy en mis días -le susurré en voz baja, avergonzada y sonrió.

-¡Oh, sorpresa! Al parecer, ya no hablas tan alto -espetó con diversión y lo miré mal. Enarcó una ceja en modo de advertencia y mi cara se relajó de nuevo.

-¿Ana? -la voz de mi amiga hizo que ambos miráramos a la misma dirección-. ¿Todo bien? -me haló hacia ella y miró al enorme hombre frente a mí.

-Sí, todo bien -le sonreí.

-¿Quién es? -preguntó.

-Ahm, es... -mierda, odiaba mentirle.

-Soy su padre -dijo como si nada y extendió la mano hacia la chica, que necesito unos segundos para aceptarla. Yo solo lo miré.

¡Auch...! Justo en mis Daddy issues.

Ángel Miguel

La miraba gruñirme y no sabía que me sorprendía más, si el hecho de que pueda ver a un Ángel mayor a pesar de estar oculto para los humanos o la manera en la que me hablaba. Dejé que se desahogara o posiblemente la chica explotaría.

-Primero que nada, Ana -suspiré buscando paciencia-. Azrael no me envió, no me manda, de hecho, soy su superior -lancé y toda su postura cambio de inmediato-. Segundo, no importa cuál sea su posesión o denominación, debes respetar a cualquier ángel que se te acerqué, ¿qué es esa forma de hablar? -le regañé y soltó una risita tratando de seducirme. Enarqué una de mis cejas.

-Lo siento -hizo el mismo puchero que me daba su madre cuando hacía algo malo, ¿cómo podría contra eso?-. No me siento bien -continuó y su cara pálida era la mayor prueba de que era cierto.

-¿Qué tienes? -pregunté preocupado y se acercó a mí.

-Estoy en mis días -susurró y sus mejillas se tornaron rosas, sonreí. Si le daba tanta vergüenza decirme, ¿por qué habia respondido con tanta sinceridad?

El no mentir lo habia sacado de mí, definitivamente.

-¡Oh, sorpresa! Al parecer, ya no hablas tan alto -espeté divertido y arrugó su cara de nuevo viéndome molesta. La miré, advirtiéndole, ella estaba a punto de faltarme al respeto de nuevo. Sonrió coqueta.

-¿Ana? -la voz de una chica hizo que ambos miráramos a la misma dirección-. ¿Todo bien? -la haló hacia ella protegiéndola de mí y me miró.

-Sí, todo bien -le tranquilizó sonriéndole.

-¿Quién es? -preguntó.

-Ahm, él es... -la miré en apuros. Ella no sabía que decir.

-Soy su padre -lancé como si nada, evitándole una mentira y extendí la mano hacia la chica, que necesitó unos segundos para aceptarla.

***

Ana

Lo veía reír a carcajadas, nunca lo habia visto reír de esa manera. Para bien o para mal, el motivo era yo.

-¿Me estás diciendo que le hablaste de esa manera al Ángel más poderoso que existe sobre la faz de la tierra? -me encogí en mí misma cuando lo repitió.

-No lo sabía, me sentía mal -lo miré asustada-. ¿Crees que venga por mí? -acarició mi cara, ahora él solo sonreía.

-No te preocupes, nada te pasará. Incluso Miguel tiene debilidades -no entendí a que se habia referido con eso, quizá, era solo de esos ángeles que tenían misericordia por los humanos. No quise saber más, pues el hombre frente a mí me miraba con cariño.

-¿Me extrañaste? -pregunté cambiando el rumbo de nuestra conversación y asintió con seguridad. Le sonreí.

-Me vuelve loco cuando sonríes así para mí -mi corazón se detuvo por un momento. Mis mejillas se tornaron rojas y me levanté del sofá nerviosa.

-¿Tienes hambre? -negó y volvió a sentarme a su lado.

-No te vayas. Cuando venga a visitarte no te separes de mí, por favor.

-¿Por qué no? -pregunté con diversión.

-Porque así guardo momentos para cuando no esté aquí y te extrañe -¿qué le habían hecho al chico que a penas hablaba? ¿Cómo es que ahora era tan expresivo? ¿Su intención era derretirme?

Lo habia conseguido.

Tomé su cara y besé su frente.

-Aquí, un recuerdo.

Continué besando la punta de su nariz.

-Por aquí, otro.

Y así mis labios fueron rozando cada parte de su cara. No pensé en ningún momento en que haría cuando fuera inminente llegar a su boca.

Ni modo.

No lo pense demasido. Me acerqué lentamente hasta sus labios y los choqué con los míos, era obvio que era inexperta, pero lo besaba con suavidad. El montón de sensaciones nuevas que ahora viajaban por todo mi cuerpo era peligrosa. Yo lo habia tomado por sorpresa, pero luego de unos segundos, cedió ante mí. 

Mi primer beso y la persona con la que lo habia compartido, superaban mis expectativas por mucho.

Hizo que nos separamos, la respiración de ambos estaba a mil. Ahora el que se levantó de su asiento fue él. Lo miré confundida.

-Debo irme. Lo siento -y así sin más, se marchó.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.  Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Apocalipsis 12:7-9

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora