Capítulo 26

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Ana

Había estado fingiendo todo el día que no veía al hombre que me seguía por la casa desde que desperté, pero mi paciencia se había agotado y lo mire fijamente, él hizo lo mismo. Hice mi comida a un lado y acomodé mi espalda en el respaldo de la silla.

Por primera vez, me fijé en él físicamente. Solía estar tan aturdida por la belleza de Azrael que sinceramente no me fijaba en nada más, pero ahora que lo observaba sin ningún tipo de distracción, podía notar que yo había heredado de él la nariz, ojos y cabello.

Definitivamente, mi tamaño lo había obtenido de madre, pues increíblemente, el hombre frente a mí era un poco más alto que la Parca.

Él me sostuvo la mirada, como si esperara que yo hablara primero.

-¿Acaso no tienes trabajo por hacer? -le gruñí por fin.

-Estoy trabajando -dijo sin inmutarse.

-¿Seguirme es tu trabajo?

-Hoy sí.

-¿Por qué? -pregunté.

-Porque tenemos que hablar.

-Habla -espeté y envolví mis brazos en mi pecho. Enarcó uno de sus ojos, yo sabía como él odiaba que no le hablara con el respeto que debía, pero ahora mismo no me importaba. Poco después, soltó una risita.

-¿Cómo es que eres tan parecida a tu madre? -la pregunta escapo de sus labios, pero por su cara, ni un centímetro de su piel, se arrepentía de decirlo.

-¿Cómo está? -pregunté después de un rato.

-Enojada, preocupada -lo miré. Él entendió que necesitaba más de eso-. Ella está bien, en el cielo. En casa. -sentí una inmensa paz, pero poco después, la sensación de abandono volvió a mí.

-¿Cómo pudo? ¿Cómo pudieron? -lancé dolida. Él me miró confundido-. ¿Cómo pudieron dejarme aquí, tan sola? -sus hombros se hundieron y me miró con pena. Como si siempre hubiera temido escuchar ese reproche de mi parte.

-Ana... -intentó tomarme de la mano, pero no se lo permití. Suspiró-. Fuiste un error... -enarqué uno de mis ojos, imitando el gesto que tanto me hacía-. No me malinterpretes, tu madre y yo estuvimos felices desde el momento que supimos que estaba embarazada, pero eso no quita el hecho de que, un ángel tiene totalmente prohibido relacionarse de cualquier forma con una mortal.

Me quedé en silencio, dejando que continuara.

-Fuiste y eres un hecho sin precedentes, no sabíamos qué pasaría con tu nacimiento. No sabíamos las consecuencias de no obedecer las reglas que mi Padre me había impuesto.

Lo mantuvimos en secreto todo lo que pudimos, pero, ¿Acaso hay algo oculto ante los ojos de Dios?

-Fui mandando a llamar, por primera vez en toda mi vida, estaba en un juicio divino -miró a otro lado como si solo el recordarlo doliera-. El veredicto, como era de esperarse, nos puso a tu madre y a mí entre la espada y la pared.

"¿Cómo se guardará la inocencia de los humanos si más de un mortal conociere la forma real de los ángeles? Miguel, te confié a mi creación más valiosa, te di el poder y el don de guerrero indestructible para que así pudieras protegerlos, ¿así le pagas al creador de todo lo que ves?

Espero que sepas que estoy sumamente decepcionado, pero, a pesar de lo que hiciste, perdonaré tu error sabiendo que no hay ningún ser perfecto aparte de mí. Seré justo por el inmenso amor que siento por ti y permitiré que al menos una de ellas siga con vida. Debes tomar una decisión, Miguel. Solo una."

Me contaba la historia de su juicio como si, de hecho, eso haya sido un suceso que marcó su vida por completo.

-Tu madre y yo tomamos la decisión que creímos correcta, no era tu culpa. Era nuestro error. -suspiró y sonrió suavemente-. Naciste y no pudimos estar más felices, desde que te vimos nos sentimos dichosos de tener una prueba tan palpable del amor que sentimos el uno al otro y aunque teníamos miedo por todo lo que estaba por venir, no nos cambiábamos por nadie.

-Mi padre, como siempre, fue tan bondadoso que le regaló a tu madre siete años de vida para estar contigo.

-Entonces, ¿ella murió por mí? -mi cara estaba llena de lágrimas. Él se acercó a mí y me hizo mirarlo.

-No es tu culpa, nunca digas eso, cariño. -limpió mis lágrimas, su roce hizo que mi cuerpo se inundara de paz.

-¿Por qué nunca viniste a verme? ¿Por qué apareciste ahora de la nada?

-Eres hija del Ángel protector, del vencedor de batallas, acercarme a ti, solo te expondría a un montón de peligros y no estaba dispuesto a arriesgarme -lo miré ahora con más suavidad-. -Dios, mi padre, existe. Los demonios rencorosos que he derrotado por milenios, también -acarició mi cabeza-. Estabas a salvo viviendo una vida sin ningún privilegio, en el anonimato.

-Estoy aquí ahora, pues al parecer, con la edad los dones que heredaste de mí han empezado a desarrollarse. Ahora eres como un foco de luz imposible de pasar por alto por cualquier ser inmortal, ya sea bueno o malo.

Nos quedamos unos minutos en silencio. Yo trataba de digerir todo lo que me acababa de contar. Él fue paciente y no dijo nada más.

-¿Puedes llevarme con mamá? ¿Puedo verla? -sonrió viéndome.

-No puedo llevarte al cielo, cariño, pero debes saber que ella está bien, su alma pura y la forma en la que dio su vida por ti, la hizo ganar una posición en la corte. Si bien, no es un ángel como tal, tiene una posición privilegiada. Tiene permitido descender una vez al año. Todas las veces, vino a verte a ti.

-¿Cómo es que nunca he podido verla? -sollocé.

-Cada año viene con la esperanza de que tus dones se hallan desarrollado lo suficiente y que por fin puedas verla, pero hasta ahora solo ha logrado meterse en tu subconsciente y visitarte en tus sueños.

Esa revelación hizo que volviera a llorar, dejé que me abrazara con fuerza. Por primera vez, sabía lo que se sentía ser reconfortada por los brazos protectores de mi padre.

Ahora, tenía un panorama más amplio y muchas de las preguntas que me hacía desde que era una niña habían sido respondidas. Todo encajaba como un cruel rompecabezas.

Si debía sincerarme, moría de miedo, pero a la vez estaba fascinada, como si recién hubiera ganado un premio que no merecía, de un concurso del cual ni siquiera sabía que había participado.

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"He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre."

Salmo 127:3

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora