Capítulo 35

33 5 1
                                    

Azrael

Llegue al hospital inmediatamente me informaron. Mi chica estaba sentada con la vista perdida, mientras mi mirada viajó a su mano que ahora estaba vendada.

-Mi vida, ¿estás bien? -volteó a verme sin ningún tipo de expresión.

¿Qué le habían hecho a mi mujer?

Me acerqué a ella y me sonrió como si solo hasta ahora me habría reconocido.

-Estoy bien, cariño -dijo con calma.

Una de las enfermeras se quedó viéndome de arriba abajo sin disimulo y estaba seguro de que si mi esposa hubiera estado en sus cinco sentidos le habría enojado bastante como la mujer me comía con la mirada, pero ella, obviamente, no estaba aquí.

-¿Eres pariente de Ana? -preguntó su colega cuando su cabeza conectó con su cerebro.

-Sí, soy su esposo -dije y abrió los ojos como un par de platos. Se recompuso poco después-. ¿Qué le paso?

-Según nos contó, se quemó cuando el café que llevaba se le resbaló de las manos -contestó.

-¿Estará bien? ¿Por qué está así? ¿Le duele? -lancé todo junto y ella sonrió.

-Estará bien, está algo ida por el medicamento que le dimos para calmar el dolor -se sentó frente a ella y tomó su mano con delicadeza-. Le cambiaré el vendaje y luego podrán irse a casa. Deberá reposar unos días, con la mano así no podrá trabajar.

Quitó el vendaje con extremo cuidado, lo cual aprecié. Me senté a su lado para apoyarla, pero al ver su mano descubierta, todo mi cuerpo se tensó. Hice que el tiempo se detuviera, evitando que la enfermara cubriera su mano una vez más.

Antes los ojos humanos, posiblemente su palma solo estaba enrojecida y algo hinchada e irritada, pero para mí, era evidente el rastro de una cara que conocía muy bien.

La miré preocupado e incesantemente revisé todo su cuerpo buscando alguna herida peor. Agradecí a mi padre al confirmar que estaba bien. La vi de nuevo, ¿cómo es que ella había tenido un encuentro tan directo con Lucifer y había sobrevivido?

El solo hecho de pensar que él había estado tan cerca de ella y que la había marcado de esa forma hacía que mi sangre hirviera.

Él sabía de ella y era seguro que esto solo habría sido una señal para mí. El rey del inframundo pronto vendría por ella.

***

Ana


Me miraban sentados en la sala de la casa que ahora compartía con mi esposo. Mi mano estaba vendada aún, pero ya nada dolía.

-Cariño, por favor, trata de recordar -mi padre insistió por enésima vez y rodé los ojos.

-Papá, es que ni siquiera sé que quieren que recuerde. No olvide nada, no me golpee la cabeza. Como les dije, fui a comprar un café y se me resbaló de las manos. El café me quemó.

Mi esposo negó varias veces y se levantó de su asiento resoplando.

-No entiendo por qué le están dando tanta importancia a esto, estoy bien, en serio solo fue un accidente. Volveré a trabajar mañana y todo volverá a la normalidad.

-¡No! -los dos gritaron al mismo tiempo y los miré.

-¿Qué les pasa? -chillé cansada-. Ya, en serio, ¿Por qué se están comportando así desde que me paso esto? ¡Me siguen a todos lados y siempre quieren saber qué estoy haciendo o donde estoy!

Silencio.

-¿Creen que no me doy cuenta de que tengo un montón de parcas y ángeles detrás de mí todo el tiempo? ¡Por Dios! ¡Puedo ver ángeles! Aunque estén ocultos, puedo verlos y sentir como respiran en mi nuca.

-Cariño, solo queremos protegerte... -Miguel fue el único en responder.

-¿De qué, papá? -no dijo nada y suspiré. Estaba segura de que algo me estaban ocultando-. Bueno, pues como al parecer no es nada, mañana volveré a trabajar, les guste o no. Ya no le daré más largas a esto -sin más, me levanté yendo hasta la habitación.

Azrael

La vimos irse y me disponía a seguirle, como siempre. ¿Por qué siempre le seguía?

Mi suegro me detuvo tomándome del brazo.

-Déjala, debe estar sola ahora -lo miré-. La conozco lo suficiente como para saber que al menos que le contemos la verdad, ella no dejará de ir al trabajo mañana -me soltó cuando se dio cuenta de que ahora tenía mi atención.

-De igual modo, no será tan mala idea dejarla regresar al hospital -continuó y lo miré con una ceja enarcada.

-¿Qué está diciendo? -lancé. No entendía nada.

-Él volverá, si piensa que no nos dimos cuenta de lo que le hizo y todo sigue "normal" él querrá volver. Ahí lo atraparemos.

-Con todo respeto, Señor, pero que mi esposa sea la carnada del diablo no me hace ninguna gracia...

-¿Crees que a mí si? Pero ese es la única forma de verle cara a cara y enfrentarlo. No te preocupes por su seguridad, estará bien. Nos turnaremos para que siempre esté con ella al menos uno de los dos -suspiré. No tenía otra opción.

-Hagámoslo.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

"El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará."
PADRE PÍO

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora