Capítulo 17

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Azrael

El hombre me miraba con una ceja enarcada.

-¿Me estás diciendo que nuestro padre creo a Ana para ti? -asentí con seguridad.

-¿Por qué haría algo así? -espetó.

-Porque se lo pedí -solté con facilidad sorprendiéndome a mí mismo-. Hace años le pedí una compañera, lo pensé bien, coincidiría con la fecha en que Ana fue concebida -mi amigo se sentó frente a mi pensativo. Por fin habia conseguido su atención.

-Históricamente, sería la primera vez -susurró para que lo escuchara, pero creo, hablaba para él mismo-. Investigaré, pero no creo que sea algo que haya pasado antes.

Y mi amigo cumplió con su palabra, en los días siguientes habia estado investigando sin éxito, lo conocía lo suficiente para saber que no se detendría hasta dar con la respuesta. Yo, mientras tanto, leía un libro con tranquilidad mientras Ana hacía su tarea.

-Señor -lanzó después de un rato y la miré-. ¿Qué edad tiene? -no entendía como era que a veces podía ser tan respetuosa y en otras ocasiones salía de esa misma boca "Azrael, ¿quieres morir?" "Azrael, ¿Que edad tienes?"

-No tengo edad, no nací, fui creado por mi padre -asintió. Justo cuando volvía a mi lectura volvió a hablarme -¿Hace cuanto te creo Dios? -la mire. ¿Por qué era tan curiosa?-. Fui creado antes del mundo como lo conoces -me miró con los ojos abiertos.

-¡Qué viejo eres! -dijo y ni siquiera mi reacción la inmuto.

-¿No deberías estar aprendiéndote la irrigación del corazón para tu examen de mañana? -lancé impaciente. Ella negó y cerró su cuaderno yendo hasta su cama. Se acostó mirando hacia el techo.

-Ven -tocó el espacio vacío a su lado y me senté. Ya habíamos vuelto a los tuteos-. Acuéstate -me haló y ahora ambos estábamos uno al lado del otro. Me sonrió y tomó su celular.

-¿Qué haces? -pregunté nervioso. Ella obviamente no se sentía incómoda de estar acostada a mi lado, aunque esta era la primera vez.

-Busquemos un día para que sea tu cumpleaños -me sonrió-. ¿Has celebrado alguna vez tu nacimiento?

-No, pues no nací -repetí y rodó los ojos.

-¿Por qué eres tan aburrido, Azrael? -me gruñó.

-Háblame con respeto, Ana -la regañé y arrugó su nariz haciendo un lindo puchero. Le sonreí. ¿Alguien podía contra eso?

-¿Enero? -preguntó.

-Mucha frío.

-¿Mayo?

-Muy caluroso -dije y asintió.

Y así fue mencionando uno a uno, cada mes, ninguno me convencía.

-¡Dios! Qué difícil eres -me miró mal-. Yo elegiré el día, no te pediré opinión -dejó a un lado su teléfono.

-Pero es mi cumplea...

-Shh... Ya es hora de dormir -hizo que me moviera un poco y sacó debajo de mí las sabanas para arroparse.

-Bueno, pues me voy -vio mis intenciones de levantarme, pero no me dejó.

-No, no te vayas -se puso de lado viéndome, imité su movimiento y la miré-. Duerme conmigo hoy -dijo con una sonrisa ahora tímida y sus mejillas se tornaron rojas.

-¿Debería? -dije tocando la punta de su nariz.

-Si no roncas, sí -dijo con una risita y rodé los ojos divertido.

-Nunca he dormido con nadie, no lo sé -lancé y sus ojos se iluminaron.

-¿Seré la primera persona en dormir contigo?

Eres la dueña de mis primeras veces.

-Si -dije y se escondió debajo de las sabanas, como si no quisiera que me diera cuenta de su reacción. Todo su cuerpo se movía con euforia. Me metí bajo las sabanas y la encontré.

-Cuando era pequeña y tenía miedo, mi madre se metía a la cama conmigo y nos escondía debajo de las sabanas -sonrió como si recordara algo que la hace feliz-. Me decía que imaginara estar en otro lado, un lugar donde solo estemos ella y yo. Un mundo donde las cosas malas no existen y todo es bonito.

-¿Quieres crear un mundo donde solo estemos tú y yo? -dije con suavidad y asintió varias veces-.¿Cómo sería? -pregunté con curiosidad.

-Sería en alguna cabaña cerca de las montañas, no habría ningún ruido urbano, solo algunos animales nocturnos. La cama estaría frente a un enorme ventanal que te dejaría ver el mar a lo lejos. Estaría lloviendo fuerte, la lluvia me relaja -nos destapé y todo lo que habia pedido ahora estaba frente a sus ojos. Su cara de sorpresa me lleno de alegría.

-¡Señor! -dijo levantándose de la cama para verificar todo y se detuvo frente al ventanal-. ¡Es increíble! ¡La vista es hermosa! -saltaba de alegría.

-¿Te gusta?

-¡Es perfecto! -me regaló una linda sonrisa. Un gran trueno a lo lejos hizo que viniera corriendo hasta mí-. ¡No, no, no! -se pegó a mi pecho-. No me gustan los truenos -la abracé y acaricié su espalda.

-Oh, mi niña. Lo siento -su respiración empezó a normalizarse al darse cuenta de mi tacto.

Los truenos estaban ahora prohibidos, anoté.

La hora de dormir se habia pospuesto y ahora disfrutábamos de la compañía del otro mientras veíamos una película.

-Esto es perfecto, no cambiaria nada -dijo viéndome, mientras se acomodaba en mi pecho.

Yo no sabía como habíamos llegado aquí, como es que ahora estábamos tan cerca, pero definitivamente coincidía con ella.

Lucifer

Miraba desde la oscuridad, la escena a través de la ventana. Apreté mis puños con ira.

¿Por qué sentía irá?

Azrael, como siempre, estaba en un lugar privilegiado. Solo él, lograba conseguir todo lo que se proponía. ¿Cómo es que habia conseguido meterse en el corazón de una humana y que ella lo aceptara aun sabiendo su verdadera identidad? ¿Por qué mierda ella no le temía?

La rabia y la envidia invadían todo mi cuerpo, pues, estaba seguro de que si siquiera intentara revelarle quien era yo en realidad, ella saldría corriendo y nunca me miraría de la forma en la que, ahora, miraba al hombre a su lado.

No estaba seguro de que haría para separarlos, para evitar que se unan aún más, pero lo haría. Si yo no era feliz, nadie lo sería.

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"El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos."

Proverbios 14:30

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora