Capítulo 16

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Azrael

La veía reír a carcajadas de las ocurrencias de mi amigo, estaba roja, unas cuantas lágrimas se escaparon de sus ojos, yo no podía parar de verla. Me llenaba de vida verla así de feliz. Daría todo lo que tengo para que su vida este llena de días como este.

Chocamos miradas y me sonrió. Envolvió mi brazo y acomodó su cabeza sobre mi hombro mientras veía a Gabriel haciendo el ridículo frente a su amiga. Su olor era envolvente. ¿Qué tenía de especial esta humana? Era hermosa ante mis ojos, la más bella, pero era consciente que así como ella había muchas. Había vivido lo suficiente como para saberlo.

¿Por qué tú?

-Así funciona el destino, supongo -dijo y mi mente volvió a estar en el mismo lugar que mi cuerpo-. El montón de cosas que tuvieron que pasar para que los cuatro estuviéramos aquí sentados es inmensa, ¿no? -preguntó viéndome y asentí dándole la razón-. Los cuatro tuvimos que estar en el lugar correcto, en el momento correcto -continuó y todos estuvimos de acuerdo.

De repente y sin avisar, todo encajó como un rompecabezas.

Ana, era la respuesta a una petición que le había estado haciendo a mi padre por siglos.

Veinte años atrás

Tercer Cielo

Estaba agotado, cansado de tanta oscuridad. Caí postrado en el suelo de mi habitación y empecé a golpear mi pecho como si me castigara.

-¡Padre, perdón! Sí te he decepcionado, perdón. No puedo más, perdón -las lágrimas corrían por mis mejillas-. No quiero hacer esto más, no soy digno del don que me diste. ¿Por qué yo? -chillé-. Todo lo que me rodea es miedo y dolor, lidiar con la muerte a diario es algo que no puedo hacer más.

-Por favor, dame algo, estoy tan solo. Es insoportable saber que por la eternidad me acompañara esta pena, perdón, pero no puedo, no soy capaz de soportarlo.

-¡Háblame! -grité-.¡Háblame! Sé que estás escuchándome -rogué desesperado, pero no obtuve ninguna respuesta.

Ángel Miguel

Cielo

Hoy es uno de esos días en los que mi entendimiento había llegado a su límite, nunca ponía en duda la voluntad de mi padre, pero, ¿qué tan importante eran esos seres minúsculos llamados humanos? Para este punto, no sabía si trabajaba en nombre de Dios o para ellos.

-Padre, nunca te he pedido nada, soy fiel a tus mandatos, pero no soy perfecto y tengo mis momentos de debilidad y dudas. Por favor, ayúdame a entender eso que sientes por los seres humanos. ¿Por qué si son tan pecadores e injustos te desvives por ellos?

-Por favor, dame algo para poder entender el porqué he luchado toda mi vida para protegerlos, ¿Que tienen de especial? 

Yo estaba lo suficientemente cerca de él para saber que estaba escuchándome, sin embargo, no obtuve ningún tipo de respuesta de su parte.

-Señor, disculpe que lo moleste -la voz detrás de la puerta interrumpió mi plegaria-. Nos acaba de llegar una misión especial, debemos irnos -suspiré. Quizá mi petición nunca sería escuchada, quizá, no debía serlo.

Inmediatamente descendimos a la tierra para cumplir con la misión de acabar con un pequeño pueblo, una luz incandescente que escapaba de la pequeña capilla captó la atención de todos los ángeles presentes. Dios, después de tantos siglos, estaba otorgando él mismo, un don especial. ¿Quién era el responsable de dicha molestia por parte del Padre? ¿Qué Don merecía?

Recibimos la información de que ya nuestra presencia en el lugar no era necesaria. Nada pasaría ese día.

-¿Señor? -uno de los ángeles a mi cargo me sacó de mis pensamientos, esperando mi orden.

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora