Capítulo 24

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Camila

La observaba mientras ella se veía en el espejo, sonriéndose sin ninguna prepotencia. La chica era realmente hermosa y no de esa típica belleza que uno ve en la televisión o portadas de revista, era pura belleza natural.

Su pelo marrón, ahora decorado con unas cuantas luces rubias de medios a puntas, era sedoso, brillante y abundante. Sus rasgos faciales eran perfectos, con esos ojos almendrados color miel, labios peligrosamente carnosos y nariz puntiaguda. De su cuerpo, ¿qué no decir? Redondos pechos medianos, una cintura a la cual, cualquier reloj de arena le tuviera envidia y un par de piernas kilométricas.

-¿Estoy bonita? -volteó de repente sacándome de mis pensamientos y rodé los ojos.

-Chica -me levanté acercándome a ella-. Pareciera que Dios tomó el séptimo día solo para hacerte a ti -me regaló la sonrisa más linda que había visto.

BI-Panic

-Vaya, Ana -una voz que reconocía muy bien, entró de repente a la habitación y ahora mi atención estaba completamente sobre en el guapo chico que hablaba-. ¡Qué linda! -dijo, pero poco después me miró con alegría.

¿Cómo es que tenía esa diosa vestida en un elegante vestido y prefería mirarme a mí, que solo llevaba una pijama vieja?

Se acercó a mí y llenó mi cara de besos como siempre. Ahora, yo tenía una nueva debilidad. Me encantaba mi nueva debilidad, mucho más que mi amor a las carteras de diseñador y mi amor por la moda.

-Gracias, Gabriel -lanzó la halagada y negó divertida a darse cuenta de que realmente no era la protagonista en la habitación.

-Con razón Azrael anda tan ansioso, ¿a dónde van? -dijo mi chico mientras me abrazaba por la cintura. Ella volvió a voltear, disimulando su molestia.

-No saldré con él -dijo mientras terminaba de acomodar su cabello.

-¿Cómo? -Gabriel arrugó toda su cara con confusión.

-Es una chica soltera y hermosa, puede salir con quien quiera -le regañé y obtuve de él una mirada de desaprobación.

El teléfono de Ana empezó a sonar y al ver de quien se trataba, supo que era hora de irse.

-Sam, ya está aquí. Debo irme -tomó el bolso que le preste-. Pórtense bien, chicos -soltó después juguetona.

Antes de cruzar el umbral de la puerta no pude desaprovechar la oportunidad y le tomé una foto. Una sola toma fue necesaria.

¿Acaso era hija de unos dioses?

Azrael

Iba yendo hasta el apartamento de Ana, creando en mi cabeza un monólogo de como debería expresar mis sentimientos por ella. En todos mis años, nunca había estado tan nervioso. ¿Por qué estaba tan ansioso si sabía lo que mi niña sentía por mí?

Llegué y el par de tortolos me asesinó con la mirada.

-¿Por qué me miran así? No es como que me vaya a sentar a ver esa estúpida película con ustedes -rodé los ojos y me dirigí hasta la habitación de mi chica.

-¿No? ¿Y qué harás, entonces? -lanzó la rubia como si me desafiara.

-Ir con Ana, obviamente -les pasé por enfrente. No tenía ánimos de lidiar con ella hoy.

-Ana no está -me detuve y volteé a verlos de nuevo-. Salió a una fiesta -enarqué una de mis cejas-. Con Sam -toda mi cara se arrugó.

-¿Perdón? -logré decir en un hilo de voz. Ella se levantó con el teléfono en sus manos y me mostró la foto de mi niña.

Cielo santo...

Le arrebaté el aparato de las manos y la vi con detalle. Tenía un lindo vestido rojo vino y sus labios estaban pintados del mismo color. Llevaba el pelo ondulado, nunca la había visto con el cabello de esa forma. Estaba completamente hermosa, no le cambiaría ni una sola cosa a su atuendo, al menos eso pensaba antes de fijarme en su pierna derecha, la cual pude ver sin ninguna dificultad gracias al corte más que sugerente del vestido.

-¿Dónde está? ¿Quién es Sam? ¿Por qué no me dijo nada? -escupí todo junto y la mujer se encogió de hombros y volvió a los brazos de mi amigo.

-Por Dios, Azrael. ¿Hace cuanto no venías por aquí? -me recriminó-. Sam es su novio, salió con su novio a una fiesta.

Me quedé ahí parado, toda una corriente recorría mi cuerpo.

¿Cómo es que la había perdido?

Samaél

-Sam, el semáforo ya está en verde -lanzó con diversión al darse cuenta que preferia verla.

-No importa... -el cabrón que estaba detrás de mí no estuvo de acuerdo conmigo y tuve que dejar de mirarla y avanzar.

La mujer a mi lado estaba despampanante. Era obvio que su belleza no era netamente mortal, ¿Cómo es que ningún humano se había dado cuenta?

Llegamos al hotel donde se estaría llevando a cabo la fiesta. Mis demonios más poderosos estaban esparcidos por todo el mundo, viviendo como cualquier otro humano, captando víctimas para mí, la mayoría de ellos estaban aquí. Había armado todo este teatro solo por Ana. Sabía que era la única forma de hacerla salir conmigo.

-Por cierto, nunca me contaste de que era la fiesta,-preguntó mi hermosa acompañante segundos antes de pasar el umbral del salón que nos introduciría en la fiesta.

-Mi cumpleaños -lancé sonriendo al ver su cara con sorpresa, antes de que dijera algo, abrí las puertas y todos mis invitados aplaudieron al ver al festejado de la noche.

Un aro de luz dorado nos encontró y aunque odia compartir la atención de la gente, amaba ver como todos ahí estaban cautivados tanto como yo por la mujer que tenía al lado.

La reacción de todos era obvia, los demonios se alimentaban básicamente de almas puras y era casi imposible encontrar una tan sana como la de Ana.

Saludamos a quien veíamos de camino a nuestra mesa. Todos sabían que debían alejarse de ella, estaba segura si estaba conmigo.

-¿Cómo es que no me dijiste que era tu cumpleaños? -me abrazó con ternura para sellar sus lindos deseos.

Era la primera vez que alguien me abrazaba, al menos de esa forma tan sincera. Entendía ahora el afán de los humanos por abrazarse.

Hoy celebraba el día de mi destierro del cielo, el día en que nacía de nuevo. ¿El día en que me perdí o que me gane? Aún no lo sabía. No me arrepentía de nada.

Bailábamos a gusto, nos reíamos de cualquier cosa debido al vino que ella había tomado. No sabía tomar y estaba más desinhibida, lo que me parecía bastante divertido.

-Necesito ir al baño -gritó en mi oído y asentí viéndola. Fui hasta nuestra mesa para esperarla.

Terminé de darle algunas indicaciones a unos de mis súbditos y fue entonces cuando me di cuenta todo lo que había tardado Ana. La busqué con la mirada y me tensé al darme cuenta de que Belial la tenía entre sus redes. Fui hasta su encuentro de inmediato.

Él, al verme, no se inmutó, aunque sabía muy bien lo que pasaba por mi cabeza. Le soltó la mano después de un rato y me sonrió victorioso. Al parecer, había llegado a tiempo y él no había obtenido mucho de ella, pero sí, una buena tajada.

Ella empezó a palidecer, sin embargo, él la miro con confusión. Cualquier humano ante esa exposición habría sucumbido y se hubiera desmayado, sin embargo, ella seguía de pie. 

Luchando.

La tomé del brazo, temiendo que fuera a sucumbir y lo miré, evidenciando mi molestia.

-Esto no se va a quedar así, Belia -gruñí, sacándola de ahí. Él sonrió victorioso.

Había cometido un error garrafal trayéndola aquí, ahora, todos estos demonios sabían de ella.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Belial:

Tiene varios títulos como el señor de la arrogancia, señor del orgullo o el hijo del infierno. La representación física más popular es de un ángel que tiene una apariencia muy hermosa y llamativa, también es musculoso y cuenta con dos alas grandes. 

En la Biblia Satánica escrita por Anton LaVey, Belial es descrito como un poderoso demonio, el cual está a cargo de la corona del norte y representa al elemento de la tierra, es vinculado con la autosuficiencia, la independencia y la realización personal.

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora