Capítulo 44

23 2 2
                                    

Masajeaba mi cabeza mientras dejaba que el agua tibia recorriera mi cuerpo, estaba estresada, frustrada, sumamente asustada. Salí de la ducha aún húmeda y me coloqué frente al espejo.

La cosa está creciendo, yo era lo suficientemente delgada como para darme cuenta de ello con facilidad.

Definitivamente, el tiempo pasaba de manera diferente en donde estaba.

Aun no lograba comunicarme con mi madre, yo aún no lograba verla a través de mi sueños.

Me acosté viendo al techo di un par de toques a mi panza. Aun no lograba acariciarla con amor. Era como si, en cierto modo, no quisiera tomarle cariño.

Caminaba por un desierto completamente árido, estaba agotada, mis pies estaban hinchados, todo mi cuerpo pesaba.

Estaba a punto de darme por vencida, quería simplemente que mi sufrimiento acabara, pero un fuerte golpe llamo mi atención y entonces lo escuché. Mi cuerpo tembló, extrañaba tanto su voz que pensé que me desmayaría de la alegría, de la sorpresa.

Lo había encontrado.

-¿En que momento te he fallado yo? ¿Cuando te he desobedecido de alguna manera? -gruñía molesto.

Estaba sentado de espaldas a mi en lo que parecía una oficina completamente desconocida para mi. Moría de curiosidad por saber con quien hablaba, moría por verlo de frente, sin embargo, no podía dar un paso más hasta el.

-Amo.. Amor -logré susurrar. Era obvio que el no podía escucharme, yo luchaba con todas mis fuerzas para hablar con más autoridad.

Lo vi levantarse de repente. Se estaba yendo.

-No, no... -dije, pero no obtenía ninguna respuesta de su parte.

De repente, un fuego empezó a emanar de mi estómago.

El bebé.

Todo en mi cabeza ahora estaba en orden. Recordé el porqué había luchado tanto por llegar hasta donde estaba ahora.

Logré dar un paso más y aunque por alguna razón desconocida para mi, ahora estaba el doble de débil de lo que estaba antes, conseguí gritar su nombre segundos antes que cruzara el umbral de la puerta.

El no dio un paso más. Por fin, me había escuchado.

Azrael

Estaba al roce de la locura,  sinceramente, mi cordura empezaba a ser cuestionable. Estaba en una clase de coma constante.

¿Como es que ha pasado tanto tiempo?

¿Estaba sufriendo ?

¿Dónde estaba?

Di un fuerte golpe en mi escritorio.

-¿En que momento te he fallado yo? ¿Cuando te he desobedecido de alguna manera? -gruñí molesto hablando evidentemente con mi padre.

Me levanté de mi escritorio, pues aunque no tenía ningún lugar en específico al cual acudir, quedarme ahí sentado no era una opción viable para mi.

-¡Azrael! -escuché y mis pies fueron incapaces de dar un paso más.

Volteé de inmediato, yo sabía lo que había escuchado, ¿no?

La habitación en la que estaba seguía vacía.

Me estaba volviendo loco.

-¿Ana? -tente mi suerte.

-Amor... -sollozo y todos los pelos de mi nuca se erizaron.

-¿Mi niña? ¿Eres tú? ¿Dónde estás? No logró verte  -lance todo junto y empecé a buscar por todos lados.

-Ayúdame, por favor -dijo después e increíblemente mi corazón era capaz de romperse un poco más.

-Mi vida, háblame, dime por favor dónde estás -no obtuve respuesta de ella-. Dame algo corazón, lo que sea.

-No se donde.. -cada vez la escuchaba menos, era obvio que estaba haciendo un esfuerzo sobrenatural para continuar-. No estoy en la tierra. Hace frio, mucho frío...

-¿Quien te tiene cariño? Por favor, quédate conmigo un poco más.

-Demonio... -la estaba perdiendo y mi desesperación aumentaba-. Sálvanos, por favor...

Sin ningún aviso, el dolor de ese día había vuelto, mi pecho se quebró, yo sabía que ella se había ido.

El dolor ahora era más insoportable.

-A... ¿Ana? -intente inútilmente, pero no obtuve respuesta.

***

Samael

Veía al demonio a punto de perecer, era obvio que el no tenía las respuestas que yo quería escuchar, pero yo no podía parar de golpearlo como si fuera una clase de escape.

Levante mi puño para acabar con el de una buena vez cuando ese puto dolor volvió de repente, debilitándome, ahora era casi insoportable.

-¡Oh mierda! -logré mantenerme de pie a duras penas.

Todas las alarmas de mi cabeza se encendieron, algo estaba pasando con Ana. Camine hasta la salida como pude, logré ascender hasta el tercer cielo donde ya la parca y el ángel mayor me esperaban. Ambos me miraron, como se ve a un mal necesario.

Me contaron todo con lujos de detalles. Mi enojo al confirmar mis sospechas era sofocante.

-Así que dime...-Azrael estaba apretando su puño con fuerza-. Dime, ¿Dónde rayos uno de TUS demonios tiene a mi mujer?

Ambos me miraron con odio, como si yo tuviera algo que ver con algo, aunque sabía perfectamente que no. No me importaba, ahora tenía cosas más importantes a las cuales dedicarle mi tiempo.

Pensé.

Di vueltas por la habitación buscando respuestas en mi cabeza.

-No se me ocurre ningún lugar en donde Ana pudiera tener acceso -dije en voz alta, pero realmente hablaba para mi mismo.

-Nunca logramos que llegara hasta aquí, si eso te sirve -lanzó como sin nada. Su suegro y yo lo miramos sin dar crédito.

La mujer de la Parca (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora