Hoy es EL día

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Me levanto de golpe, escupiendo agua salada en un movimiento que hace mi garganta arder como un infierno. Respiro descontroladamente el aire salado, intentando recuperar mi aliento, el cual parece escaparse de mis pulmones como si tuvieran algún tipo de fuga. Mis ojos tardan un poco a acostumbrarse al blanco insipido. Mis piernas, mi espalda, mi cabello, todo esta cubierto de arena.

Me siento desconcertada por el paisaje, la arena negra, el mar oscuro, el olor a pescado y el horizonte en blanco. Hace unos segundos estaba en las montañas de Kasnia persiguiendo al escurridizo infante que atormenta mis sueños, y se anda con rodeos y frases filosóficas sin sentido.

Un liquido caliente empieza a deslizarse por mi frente, dejando un pequeño cosquilleo. Levanto mi mano hacia el espeso liquido, y me sorprendo al ver que mis ojos regresan a mi campo de vision teñidos en su totalidad de rojo. Rojo sangre.

¿Como llegue aquí? ¿Por que estoy en el mar? No, Kasnia no tiene oceanos... Me duele la cabeza, lo que significa que la golpee en algun lado, pero no recuerdo haber caido, no recuerdo nada mas que correr detras de Finn por los campos de Kasnia en pleno otoño. Todo esto es confuso, odio la sensacion de incertidumbre total, esa vulnerabilidad a todas las posibilidades hace que se me revuelva el estomago.

Intento levantarme, pero mis piernas me fallan, por lo que supongo tener una contusion. En su lugar, continuo sentada, viendo como las olas vienen y se van, respiro profundo, e intento reprimir las ganas de vomitar.

No pasan ni cinco segundos cuando empiezo a escuchar pisadas apresuradas, pero no me muevo, temiendo vomitarme encima.

— ¡Dios, Annita! — la estridente voz del fantasma de mi hermano se mezcla con el correr de las olas y se pierde en la brisa — ¿Estas bien? — no volteo — Tuve que cambiar nuestro punto de reunion cuando el malo lo descubrió. No era mi intención que e agarrara.

Lo recuerdo. Por eso corríamos. Por el soldado.

— Crei que solo nosotros podríamos acceder a este mundo — me sorprende el enojo en mi voz, pero no tengo intenciones de contenerlo.

— Asi es — contesta el niño.

— ¿Entonces porque estaba él aquí? — en algún momento de nuestra conversación, había volteado mi cabeza hacia el. No debi haberlo hecho. Si crei que yo tenia un aspecto horrible, Finn se ve tres veces peor. — ¿Que te paso?

El chico hace una ligera mueca que hubiese pasado desapercibida por todos, pero no para mi. El es mi hermano, o al menos, su memoria.

— Nada porque preocuparse.

— ¿«Nada porque preocuparse»? — no se si es producto de mi creciente dolor de cabeza, o el maldito sentido de vulnerabilidad, pero estallo — ¿Que mierda esta pasando? ¿Me estoy volviendo loca?

— ¿Loca? Esto es real, Anna. — dice desesperado, lo noto porque ya no me llama Annita — No estoy muerto.

— Mientes — hago acopio de mis fuerzas mi me levanto. Necesito alejarme. Necesito despertar.

— Dime, Anna. ¿Alguna vez viste mi cuerpo sin vida? ¿Alguna vez dejaste de sentir nuestra conexión?

— Callate.

— Se que pensaste mas de una vez que no podia ser asi. Se que investigabas con Vincent, todo por la esperanza de salvarme. Dime, ¿Que descubriste del proyecto L2? ¿Huh? ¿Acaso no descubriste la verdad del suero K, el mismo que dejaste que te inyectaran toda la vida? ¿El mismo que permitiste que inyectaran en Jason?

Stronger | Damian WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora