Rehenes

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Camino hacia el restaurante por medio de la fría noche de Gotham. Mi corazón está lleno de tristeza por lo que voy a hacer, pero mi mente me recuerda que es necesario. Me siento enojada, debido a que mi pasado simplemente parece no querer dejarme avanzar.

Abro la puerta. En el restaurante se encuentran todos los clientes regulares, algunos me saludan, pero no les devuelvo en saludo, ya no hay razón. Camino hacia la oficina del señor Wong, ignorando los llamados de Beth, cuando llegó, llamó a la puerta.

— ¡Pase! — abro lentamente la puerta y entro. Su oficina sigue desordenada, y lo único que sobresale entre el césped de papeles y facturas, son las fotos familiares de la familia Wong — Hola, Anna. ¿Lista para iniciar esta noche?

— Señor Wong, sobre eso...

— Hoy va a ser un día ajetreado, a unas cuadras hubo una situación de rehenes, y todos saben que los rehenes tienen hambre cuando salen...

— Señor Wong...

— Claro, que también te darán muchas propinas. Una chica adorable y carismática como tú no tendría problema en ganarse a todos...

El hombre corre de lado a lado recogiendo papeles, ordenando, básicamente haciendo cualquier cosa menos sentarse y calmarse.

— Señor Wong.... No puedo hacerlo

— ¡Oh, tranquila! Cualquier persona se pondría nerviosa con una noche cómo está por delante.

— No es eso. Señor Wong, yo renuncio.

El hombre se queda quieto, y me mira como si hubiese dicho algo incomprensible.

— ¿Como? ¿Por que?

— Lo lamentó, señor. — bajo mi mirada hasta el piso al no ser capaz de verlo a los ojos.

— Está bien, Anna.

— Yo tengo que irme ahora.

Salgo caminando lo más rápido que puedo del restaurante, y sigo caminando hasta llegar al autobús de la media noche. Una vez que estoy sentada, al fondo, completamente sola, me permito llorar.

Ese restaurante era mi libertad, sin el, sigo encerrada en la mansión, y aunque no la odio, necesito hacer más que estar sentada mientras mi vida pasa y pongo a las personas que quiero en peligro,  necesito saber que puedo hacer más, y en definitiva, necesito saber que nadie está en riesgo por mi.

Renuncie por eso, por la carta y el dichoso cuchillo que llegó hace unas horas. Si alguien me esta viendo y no me he dado cuenta, es porque sabe lo que hace, y si es así, no dudará en hacer lo necesario para obtener lo que necesita. El cuchillo solo reafirmo mi sospecha. Y ahora mis planes tendrán que esperar de forma indefinida.

El autobús para con un golpe seco que casi me me manda hacia el parabrisas. Entonces, veo la situación de rehenes a la que se refería el señor Wong, están en un banco. Cuando veo los carros de policía y las ambulancias listas para ayudar, un instinto se activa en mi como un interruptor, el instinto de meterme en problemas. Mi vida se había descontrolado en tan solo setenta y tres horas, y la única forma de recuperar el control, aunque sea momentáneo, es haciendo lo más estupido que se me ha ocurrido hasta ahora.

»Anna, no. Me digo a mi misma. No metas tú nariz en asuntos que no te competen. Nadie te necesita y en definitiva no necesitas esto, debes volver a la mansión ahora y olvidarte de esta mierda, tienes suficientes problemas. De igual forma Batman y Robin deben estar cerca, y claramente no quieres estar cuando eso pase. Me repito una y otra vez. Entonces escucho a una de las otras personas en el autobús hablando por teléfono, pegado a la ventana.

— ¿Segura que están ahí? ... Oh Dios... Mi hijita...

»A la mierda todo.

— Pare el autobús. — gritó al conductor.

— Niña, ni siquiera me estoy moviendo.

Corro por el pequeño pasillo y cuando llegó al lado del conductor de entregó un billete de un dólar.

— Quédese con el cambio. — vuelvo a ver el hombre en traje de oficina que llora contra la ventana del autobús — Su hija estará bien, lo prometo.

Bajo del bus y miro a mi alrededor. Diviso un edificio de apartamentos y entro en el, busco el elevador y aprieto el último botón, orando porque haya una azotea. Mientras espero  me quito mi chaqueta y la meto en mi bolso y subo el ruedo de mi pantalón. El elevador se detiene con un golpe y un sonido bastante preocupante, pero en eso me enfoco luego. Salgo de ahí y me dirijo a una puerta con unas escaleras para subir el piso que me falta. Cuando llegó arriba, divisó en el banco al edificio del lado, a unos cuantos metros de distancia.

Entonces paro un segundo para pensar en un plan. La única forma en la que llegaré al banco, es saltando, y tengo que enfocarme en que nadie se de cuenta. Cuando llegue ahí, utilizaré el cuchillo que tengo en mi bolso, el mismo cuchillo que llegó misteriosamente a mi puerta hace unas horas.

Me asomo hacia donde están los policías, y justo cuando veo que nadie pone atención al techo, corro hacia la pared de atrás para impulsarme.

Esta es mi última oportunidad que retractarme e irme a casa. Aún no he hecho nada, podría darme la vuelta e irme a la mansión, pero, ¿Podré vivir con eso en mi conciencia?

Respiro profundo y acomodo bien mi bolso, luego salto.

Stronger | Damian WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora