Capítulo No.819

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Capítulo 819

ʺ¿Cuál es el siguiente paso?ʺ
Preguntó ShangGuan, visiblemente confundido. Estaba tan fascinado con su esposo que podía sentir cómo se aceleraba su corazón.

ʺ¿Eres uno de esos tontos, o qué? El siguiente paso es sexoʺ.
Dijo SunMin con una sonrisa. No le dio tiempo ni para poder comprender sus palabras y comenzó a besarlo en los labios. ShangGuan por supuesto, sabía lo que implicaba la noche de bodas, pero no esperaba que todo sucediera tan pronto, ni que su esposo fuera tan directo al respecto. Presa del pánico, lo miró con los ojos muy abiertos.

SunMin no tenía prisa y comenzó a acariciarlo para que se relajara. Como ya sabía, su esposo nunca usaba playeras después de bañarse, así que deslizó sus manos por debajo de su bata y comenzó a acariciar su cuerpo para excitarlo.

ShangGuan respiró hondo mientras cerraba lentamente los ojos; respondiendo a las caricias, le devolvió el beso con fervor. El deseo floreció mientras se acoplaba a los movimientos de SunMin, finalmente se fundieron en un solo ser.

A medida que crecían sus pasiones, parecía que las estrellas brillaban con más intensidad. Ese encuentro marcó el comienzo de un viaje de amor profundo y vinculante para sus almas. La gente amaba el amanecer porque este representaba la esperanza e indicaba el comienzo de un nuevo día.

La noche había sido agotadora para los enamorados y cuando los primeros rayos del sol se asomaban por la abertura de las cortinas, ellos aún dormían. ShangGuan fue el primero en abrir los ojos. La emoción de viajar por ese país tan misterioso todavía estaba presente en su mente.

Todo lo demás, allá afuera en el mundo, sin importar cuán elegante fuera, parecía normal en comparación con estar al lado de la persona que tanto amaba. No podía imaginar cómo sería su vida si SunMin algún día lo dejara.

ShangGuan decidió que siempre valoraría su relación y amaría y cuidaría a SunMin como si fuera el último día de su vida.

Había santuarios en todo Egipto, que eran tan famosos como las pirámides. La pareja tomó un bote para navegar por el río Nilo y llegaron al santuario de Abu Simbel y a la estatua de Ramsés II, la cual deslumbraba con su brillo, bajo el sol dorado. Después de eso, pasearon por el concurrido bazar al aire libre ubicado en El Cairo y compraron regalos para sus amigos y familiares. Al atardecer, se sentaron junto a la Presa de Asuán y bebieron cócteles afrutados. A través de sus gafas de sol, vieron las aguas fluir entre las rocas irregulares. En la rojiza puesta de sol, se podían ver las tumbas de muchos príncipes que ya habían sido olvidados; la escena era tan gloriosa como un sueño eterno, al igual que su amor, y deseaban no tener que despertar de ese sueño.

ShangGuan estaba embelesado con el paisaje; miró a SunMin con ojos soñadores, como un joven cariñoso y tímido. Su luna de miel en Egipto estuvo libre de incidentes y el amor mutuo se intensificó durante el viaje. Visitaron las pirámides, observaron pinturas egipcias antiguas, caminaron por misteriosos desiertos occidentales y se deleitaron con la gran variedad de monumentos históricos.

Estaban tan asombrados con las impresionantes vistas, que por un tiempo incluso se olvidaron de sus propias vidas de regreso en su país. Una vez que amanecía salían a explorar las calles y regresaban al hotel bajo el cielo estrellado. Sus días fueron muy emocionantes y sus noches llenas de pasión.

ʺSe dice que Cleopatra era como una sirena seductora. Me pregunto si era famosa por su belleza o por su intelectoʺ.
Dijo ShangGuan, con la cabeza apoyada en el hombro de SunMin. Estaba fascinado con todas las historias que se contaban de esa legendaria mujer, incluso se sentía un tanto confundido, pues no sabía cuál de todas esas historias era la verdadera.

ʺEso no importa, la dama salvó a toda una dinastía debido a su belleza, pues los gobernantes de los imperios romanos se arrojaron a sus pies y estaban dispuestos a sacrificar todo por ella. Sin duda Cleopatra era muy inteligente y hermosaʺ.
Contestó SunMin, aunque a decir verdad, no estaba muy interesado en ese tema. En primer lugar, nunca fue un apasionado de la historia universal, y en segundo lugar, Cleopatra no era su mujer y no quería pensar en nadie más que no fuera ShangGuan. No sentía curiosidad de saber quién había sido esa mujer, pues a final de cuentas había muchos rumores sobre ella, pero no se podía llegar a ninguna conclusión.

ʺ¿Qué hay de su muerte? ¿Cómo crees que haya muerto?ʺ
Pregunto ShangGuan, reflexionando sobre la leyenda de la misteriosa gobernante. Su muerte había sido fuente de inspiración de muchos cuentos populares para las generaciones futuras, pero continuó siendo un misterio para los historiadores. Él siempre había sentido curiosidad por su muerte.

ʺEs difícil que yo lo sepa; ni siquiera había nacido cuando Cleopatra vivióʺ.
Dijo SunMin en tono de broma, deseando que ese diálogo llegara a su fin, pues estaba más interesado en el arte egipcio que en esa misteriosa mujer.

ʺ¡Ay, SunMin! ¿No te da curiosidad? ¡La vida de Cleopatra es uno de los mayores misterios de la cultura egipcia!ʺ
Dijo ShangGuan, lanzándole a su despistado hombre una mirada severa. Se preguntaba por qué no podía simplemente fingir estar interesado en la discusión por un rato y compartir opiniones.

ʺNo me interesa pensar en una mujer con la que no tengo nada que ver. Ya sabes cómo soyʺ.
Contestó SunMin sonriendo, con un aire de suficiencia. Apenas había escuchado de esa mujer llamada Cleopatra y no quería perder el tiempo hablando de alguien que había muerto hacía muchos años.

ʺ¿Y si yo fuera esa mujer? A ver, trata de adivinar cómo moríʺ.
Dijo ShangGuan con una mirada seria, curiosa por saber la respuesta de su esposo.

ʺEs muy simple; ni siquiera tengo que adivinarloʺ.
Contestó SunMin, mirándolo con rareza pues se preguntaba si su esposo estaba tan absorto en la cultura egipcia, que incluso había olvidado su propia identidad. De otra forma, ¿por qué habría hecho una pregunta tan absurda?

ʺ¿Por qué?ʺ
Preguntó ShangGuan confundido y frunciendo el ceño.

ʺ¡Porque estás vivo! No puedo hacer conjeturas sobre algo que ni siquiera ha sucedidoʺ.
Contestó SunMin sonriendo de lado. Se decía que Cleopatra era la amante de todos los poetas y anfitriona de todos los juerguistas del mundo. Los romanos la odiaban porque casi convertía a Roma en una provincia de Egipto, por otro lado los egipcios la elogiaban como guerrera, por haber mantenido la paz veintidós años en su país.

Sin embargo, ninguno de esos logros tuvo algo que ver con SunMin, de tal forma que la historia de esa mujer no le intrigaba en lo absoluto. Por un momento, ShangGuan se quedó sin palabras; simplemente no sabía cómo responder, pues lo que había dicho tenía mucho sentido; no había forma de que pudieran predecir el futuro, sin embargo tampoco había respondido su pregunta. Al parecer había caído en su trampa para evitar responderle.

ʺDe acuerdo, ya no quiero seguir hablando contigo sobre este temaʺ.
Dijo ShangGuan sonriendo con indulgencia. Aún había un largo camino delante de ellos y como SunMin dijo, no era necesario desperdiciar energía en una mujer que ni siquiera conocieron. Si Cleopatra había sido una sirena sexy que vivió a las orillas del río Nilo o incluso una serpiente, a ShangGuan ya no le importaba.

SunMin observaba cómo sonreía su esposo; era tan bello. Para él, ShangGuan era su Cleopatra, por quien renunciaría a todo y estaba seguro de que su sonrisa podía vencer a todo en el mundo, incluso a la misma Cleopatra. En otras palabras, su esposo era él Dios de su vida.

Un Verdadero Amor. 5a Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora