Extra 3; Luna de miel.

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Jennie dejaba suaves besos sobre el hombro de Lisa, mientras la más alta acariciaba de arriba a abajo su espalda. El agua se sentia tibia, estaba perfecta, junto a las pequeñas velas que iluminaban el baño. 

Apenas de haber roto su beso, Lisa había volado para preparar el baño que habían estado planeando desde que habían despegado. No había de que apresurarse o preocuparse, todo el mes sería de ambas y solamente para ellas. Tranquilidad, amor, seguridad, comodidad, cariño, paz. ¿Qué no podían sentir cuando se tenían la una a la otra?

Las suaves caricias, los largos y apasionados besos que compartieron eran infinitamente hermosos y quedarían plasmados en sus recuerdos para siempre.

Jennie se dejó recostar sobre el cómodo colchón y sus labios se volvieron a encontrar con los de su esposa. Sus cuerpos estaban secos, pero sus bocas se sentían mojadas y con ganas, deseo y necesidad de más, mucho más. Lisa se acomodó entre medio de su esposa, sin romper el beso. — Lisa... por favor... — Jadeo cerca de su oído, obteniendo de recompensa un pequeño gruñido de su esposa. La menor estaba siendo algo malvada al empujar y rozar su prominente erección contra los pliegues de la persona bajo suyo. Jennie la quería, Jennie la deseaba ahí mismo, las caricias, los besos la estaban volviendo loca, claramente su esposa sabía lo que hacía.

Gimio alto y sin pudor alguno, ante los besos húmedos y mordiscos que estaba brindándole a sus pechos. Lisa sabía que eran suyos, es decir, ella los besaba, chupaba, succionaba y mordia a su semejanza, marcando la piel de diversas maneras reclamandola como suya una y otra vez, no existía la saciedad en ella, no podía detenerse. Sus besos y recorrida de piel siguió su camino hacia abajo, llegando hacia el vientre no tan plano de Jennie.

— Mira lo mojada que estás y solo fueron un par de besos. — Sonrio burlona ante la imagen directa de su centro claramente húmedo y empapado de sus jugos.

— Lisa... — Gruño fastidiada. — Por favor... mira como me tienes, hazte cargo.

— Lo veo princesa, lo veo. — Más besos repartidos desde el comienzo desde sus muslos, hacia arriba. Dejo su lengua delinear desde inicio a fin, arrancandole un gemido alto a su pareja. Dios, ella estaba exquisita. Sintió su vientre bajo cosquillear y doler más de lo que pensaba. Estaba loca... estaba fascina y encantada, tanto que no se iba a detener ahí, no podía detenerse, no existía la saciedad.

Jennie dejaba que sus gemidos salieran libres con intensiones de provocar aún más a la menor. Sus manos arrugaron con fuerza la sábana al una lengua adentrarse a lo más profundo y su espalda se arqueo. Una de sus manos viajó hacia abajo, encontrándose con los cabellos oscuros de Lisa y empujarla, animarla para que no se detuviera. Ella lo estaba haciendo de maravilla.

— M-Mas! L-Lisa! — Gimio alto, aferrándose.

La menor sin dudarlo un poco, había intercambiado su lengua por dos de sus dedos, quienes la ayudarían a que su esposa disfrutara más. No sé había equivocado, Jennie se había convertido en todo un manojo de gemidos y jadeos. Su respiración era un total desastre, cuando la pelinegra movía sus dedos con rapidez y luego bajaba la intensidad solo para ver cómo Jennie se esforzaba por insultarla y segundos después se encontraba rogándole porque siguiera. La tenía como quería. Una de sus propias manos como podía había descendido para apretar y bombear lentamente su doloroso miembro, con intensiones de bajar la erección o al menos no doliera tanto... pero teniendo a una Jennie rogando y gimiendo su nombre con cada penetració... era un tema complicado.

Luego de una larga torturacion y de haberse compadecido de la mayor, le había permitido que se corriera en sus dedos con tranquilidad. El fuerte grito había anunciado su victoria y su espalda se arqueo ante las olas de placer.

Por siempre Mia •JenLisa• [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora