Capítulo 41

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No se si ya les he dicho esto pero, dormir al lado de Eric es algo que me gusta bastante.

La sensación de tener a alguien abrazándote, sentir su respiración, su calor, la comodidad, esa linda seguridad de sentirte protegida...

Me alivió en sobremanera que por fin la mayoría de las cosas se hayan aclarado. Y entiendo que le cueste, quererme, admitirlo, sentirlo. Quiero que se abra conmigo, saber todo de él, saber cuál fue su primera cámara, cuál fue la primera canción que aprendió a tocar... Todo ese tipo de cosas.

Algo que he aprendido a su lado es tener paciencia.

Las ganas de seguir durmiendo se esfumaron, así que, abro los ojos poco a poco e intento quitar su brazo que está alrededor de mi cintura. Misión fallida, porque me agarra con más fuerza y pega mi espalda a su pecho. Gruñe en respuesta, giro mi cabeza y sigue con los ojos cerrados.

—Suéltame, Eric —digo en un susurro divertida. Vuelve a quejarse y dice:

—¿Para qué? Estamos muy cómodos aquí —se remueve y me coloca más cobija encima. Su voz está adormilada, grave y rasposa.

—Necesito cepillarme —intento otra vez apartar su mano pero está aferrada a mi como si tuviera un súper pegamento.

—¿Por qué siempre vas al baño antes de darme un beso de buenos días? —pregunta aún con los ojos cerrados, su cuerpo desprende un olor tan natural de él, que parece droga.

—Me da vergüenza hablar así, no quiero besarte con aliento a diablo —siento el calor en mis mejillas.

Afloja el agarre pero es para rápidamente darme la vuelta y tenerme mirando hacia él, ya abrió los ojos y el color tan intenso de ese aguamarina me trae embobada.

—A mi no me importa —acaricia mi cara y luego pasa su mano delicadamente a mi mandíbula—. Quiero mi beso de buenos días cómo es debido —demanda y lleva mi boca a la suya.

Al principio me cohíbo, poco a poco voy cediendo. Es un beso suave, pausado y calmado, algo que me encanta de nuestros besos es eso, cómo siempre él trata de disfrutar mi boca, de grabarla para siempre en su memoria así como yo también lo hago con la suya.

Me abre la boca e introduce su lengua jugando con cuidado con la mía. Llevo mi mano hacia su hombro y me pego más a él, gimo suave y empieza a restregarse contra mi, mi mano se va hacia su pelo y le hago cariñitos mientras qué él sigue besándome en disfrute.

Muerde mi labio inferior y lleva su boca a mi mandíbula dejando un beso húmedo en la zona, echo la cabeza hacia atrás para dejarle más comodidad, baja por mi cuello, detrás de mi oreja, en mi hombro...

—No me importa cuanta vergüenza te de, yo quiero besarte a todas horas del día, todos los días de la semana —dice a través de sus besos.

Para y vuelve a mi rostro, me mira por varios segundos, apreciando mis facciones, los labios los siento algo hinchados y mis mejillas están que arden en fuego, le doy una sonrisa y me permito perderme en ese color tan maravilloso en sus ojos. Le acaricio la mejilla y me da un último beso. Se acomoda otra vez y me atrae hacia él para abrazarme.

Mi respiración se vuelve calmada mientras dejo que su olor me embriague, lo que me hace recordar que... Necesito una ducha.

—Quiero bañarme —le confieso y levanto la mirada hacia sus ojos.

—Ya obtuve lo que quería así que no tengo problema —me besa la frente y los ojos se le van cerrando—. Te acompañaría pero wow... Eres una salvaje, me dejaste increíblemente cansado —empiezo a carcajear, su pecho se mueve al reír conmigo y le doy un último beso antes de meterme al baño.

The color in your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora