Capítulo 17

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Anoche cuando fui a casa de Anne no hice nada más que llorar. No me considero una persona que llora por rupturas amorosas o chicos que no la valoran. Cómo le había dicho a Jayden, lloro por rabia, lloro porque no siempre merezco este tipo de cosas y en ese ámbito no puedo controlar mis emociones.

Soy humana y claro que hubo un momento en mi vida en el que llegué a llorar por un chico. Alguien con el que nunca llegué a tener nada pero igual dolió. Ahorita que lo recuerdo me da risa, pero en ese momento me sentí muy mal.

Una de millones de cosas por las que agradezco a la lectura es que me ha enseñado a saber qué puedo tener y que no puedo tener. Cómo puedo llegar a ser tratada por esa persona especial si de verdad me ama.

Caminé hasta que di con la ubicación de la casa de Anne, cuando toqué la puerta tenía una bata de seda color azul marino y al verme con la cara roja e hinchada me hizo pasar con una mirada de comprensión y cariño.

Yo... Disculpa Anne, no sé que... —se acercó a mi y me abrazó.

Eso fue lo que necesité para derrumbarme en sus brazos. Lloré como niña pequeña. Y más al recordar que en ningún momento de mi adolescencia o infancia tuve una mamá con la que pueda hablarle de las cosas que me hacían feliz o las cosas que me hacían triste.

Creo que eso ha sido lo más jodido de todo esto. Es muy difícil cuando no tienes una figura materna o paterna en tu vida.

Anne solo se dedicó a abrazarme, y acariciarme el cabello de arriba a abajo. Esa se ha convertido en una de mis cosas favoritas.

Me llevó a su sala y al rato bajó Sky. Debo de admitir que en ese momento me sentí peor porque por alguna razón, pensé y sentí que le estaba quitando a su mamá o se la estaba acaparando y no quería que ella pensara que lo que pasó anoche era únicamente por eso.

Al verme también me abrazó comprendiendo cómo me sentía.

Me sentaron en el sofá y Sky fue a prepararme chocolate caliente para sentirme mejor. Anne también se sentó conmigo, colocó mi cabeza en su regazo y se dedicó a consolarme toda la noche.

En ningún momento me dijo nada, solo estuvo ahí para mi, y pienso que ha sido lo mejor que pudo haber hecho. Me dejó pensar en lo que hice y era algo que me hacía mucha falta.

Vamos para que te acuestes Mack... —susurró con una voz dulce ayudándome a pararme del sofá.

Me llevaron a una habitación de invitados, sacaron una camisa bastante larga que me llegaba por debajo de las rodillas y al acostarme en la cama me arropó cuál niña de 4 años.

Sentí que me acarició el pelo hasta que me quedé completamente dormida.

A la mañana siguiente, Anne abrió la puerta y me ayudó a arreglarme. Me abrió la ducha hasta que estuviera en su punto y luego se fue dándome privacidad para bañarme.

Cuando salí vi que había dejado un bonito vestido de flores y no pude evitar recordar lo que me dijo papá. Eso hizo que se me salieran lágrimas al pensar que no tengo ningún recuerdo con mi mamá.

Me recompuse rápido, y a todas estas yo estaba en modo automático. Me quedé sentada en la orilla de la cama hasta que Anne volvió a aparecer.

Me levantó de la cama y me guió hasta su cuarto en el que había un tocador. Allí ella me peinó, y me puso presentable. Tampoco es que pudiera hacer mucho, ya que seguía roja pero logró que me sintiera mejor conmigo misma.

Después de eso desayunamos y decidí que ya era hora de irme y darle las gracias a Anne.

Nunca había tenido un momento así y puede parecer apresurado pero ya la tengo en un gran espacio de mi corazón.

The color in your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora