Epílogo

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Maratón 3/3

4 años después...

Escucho la puerta de nuestra habitación abrirse. El sonido de pies descalzos contra el piso y risitas de voz chillona.

Otra pequeña risa y siento la cobija estirarse a un lado. Saltos en la cama, más risas.

—¡Levántenshe! ¡levántenshe! ¡Hoy es mi pumpleañios! —carcajea mi hija y abro mis ojos poco a poco, ella se da cuenta—. ¡Mami! —se me tira encima y me saca el aire.

Hago una mueca sin que se de cuenta y su cabello rebelde reposa en toda mi adormilada cara. Sonrío y lleno de besos su lindo y pequeño rostro.

—Feliz cumpleaños mi niña —la apachurro—. Cada vez estás más y más grande —exclamo para que se sienta orgullosa.

¿Cómo es posible que mi primera hija ya tenga 4 años?

Toma un mechón de mi pelo y se dedica a olerlo. Ama el olor de mamá.

—Yo soy una niña muyyyy rande —rodea mi cuello y lo aprieta fuerte.

—Claro que si —beso su mejilla de nuevo y me suelta cuando le hago señas para decirle un secreto. Hace la seña de silencio con su dedo y se ríe bajito para acercar su oreja a mi boca—. Salta encima de tu papá para que lo despiertes —le susurro maliciosa.

Me mira emocionada con sus ojos de dos colores distintos y asiente cómplice de la travesura.

Cuando se aleja de mi veo como su padre niega con la cabeza con un ojo medo abierto. Espero en silencio a que haga lo que le dije y lo cumple al pie de la letra.

—¡Papiiiiiii! —se le tira encima con sus bracitos y pies esplayados por todo su cuerpo. Cuando ve que sigue sin moverse, apretuja su espalda y trata de moverlo—. ¿Papi eshta muelto? —me mira asustada y de repente...

—¡Rawr! —grita y la agarra haciendo que ella también grite del susto combinado con risa.

Finge como si se la estuviera comiendo un monstruo y le hace cosquillas.

—¡Ahhh! —grita agudo—. Papiiitoooo —se ríe como una loquita.

Yo también comienzo a reírme al verlos jugar y quisiera detener el tiempo.

—Agarremos a mamá —espeta y ella accede.

Grito cuando mi esposo logra mover mi cuerpo junto al de ellos y ambos empezamos a jugar con nuestra hija.

Se empieza a escuchar el llanto de un bebé y es mi señal para parar.

Mi niña empieza a respirar profundo, su barriguita mostrando sus profundas inhalaciones y exhalaciones. Se arregla el cabello y toma el cuello de Eric igual como lo hizo hace un rato conmigo y le da un beso en la mejilla.

—Feliz cumpleaños mi hermosa Aella —le dice y besa lo alto de su cabeza.

¡Ahola losh regalos! —batuquea a su papá y este hace una mueca.

—Primero deja que tu mamá vaya a buscar a tu hermano —trata de calmarla.

Ella baja la cabeza.

Eshtá bien... ¡Voy contigo mami! —agrega emocionada de nuevo.

—Ok, pero ve a buscar tus cholas —pido y ella asiente, bajando de la cama y sale corriendo como un terremotico a su cuarto.

Me río por la escena que presencio y me dirijo a mi esposo.

The color in your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora