Capítulo 48

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Nos despertamos hace unas cuantas horas. Desayunamos y ahora vamos a empezar con las clases de piano.

Aún sigo con la camisa de Eric. Me siento en la silla frente al teclado y toco "cumpleaños feliz"

—No me digas que eso fue lo primero que aprendiste a tocar —dice divertido.

Aprieto mis labios evitando mostrar mi sonrisa. Termino de tocar la canción y me volteo hacia él. Comienzo a reírme dándole la respuesta.

—En mi defensa... Fue porque papá me dijo que si me la aprendía me iba a regalar un teclado.

—Por lo que veo, no lo hizo —ríe y se sienta a mi lado.

—No, o sea si, pero no —me hago una coleta—. Si me regaló uno, solo que no era lo que yo esperaba —me quedo callada unos minutos, me acomodo en el asiento y miro las teclas—. Era de esos que eran de muñequitos y tenía cómo 8 teclas —río negando con la cabeza.

Eric me mira con una sonrisa.

—Adivino... Princesas —ladea la cabeza.

—¿Soy así de predecible? —ladeo la cabeza también y me muerdo el labio.

Mi novio suelta una carcajada.

—Eras —corrige—, de pequeña tenías una obsesión por esas princesas —ruedo los ojos divertida—. ¿Cuántos años tenías en ese momento?

Trato de recordar.

—Mmm... Creo que tenía unos... ¿seis? Seis o siete años.

—¿Y cómo te la aprendiste si claramente no tenías un teclado?

—Oh, por mi prima, ella es 3 años mayor que yo. Para ese entonces le gustaba tocar piano, tenía recitales y todo el cuento —expreso con mis manos—. Sabes que siempre de niños, hay alguien mayor que nosotros que lo vemos como nuestro ídolo —comienzo a explicar—. Siempre queremos hacer lo mismo que ellos, y buscamos siempre su atención.

»Carla, así es como se llama —le aclaro—. Carla era eso para mi en ese momento. En la primaria, cuando nos mandaban a dibujar, todo el tiempo la dibujada a ella conmigo —se ríe y sigo explicando—. Cómo tocaba piano, yo también quería hacerlo, pero mi papá no sabía si yo iba a tomar en serio las clases. Me puse muy juiciosa a aprenderme cumpleaños feliz en casa de mi prima, por supuesto ella me enseñó. Claramente papá me tendió una trampa dándome a entender que si iba a ser un teclado de esos.

—Me impresiona que te acuerdes de eso —frunce el ceño.

—¡Oh vamos! —lo empujo en el hombro y comienza a reír—. No fue hace tanto, además, no te creas, Carla me lo recuerda cada vez que la veo.

Eric me abraza y me besa la coronilla.

—No te sientas mal, Kenzie, el 80% de las personas que tocan el piano, lo primero que aprendieron a tocar fue eso —toca unas notas—. Solo eres una más del resto —se encoje de hombros.

Abro la boca indignada.

—¡Idiota! —lo vuelvo a empujar y nos reímos—. Sabes que no soy una más del resto.

—¿Y por qué lo crees? —me prueba, sus ojos aguamarina escrutándome.

—Porque te gusto, y me amas —agrego.

Se hace un silencio en la habitación. Eric esboza una sonrisa ladina, pone su mano en mi muslo derecho y se acerca a mi oreja.

—No solo me gustas, Kenzie —hace una pausa, mi corazón late como si estuviera en una maratón—. Me traes loco, estoy enamorado de ti hasta los huesos.

The color in your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora