Capítulo 55

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Lluvia. Truenos.

Estoy muy inquieta, no puedo dormirme por completo. Estoy en ese limbo en el que estás medio dormido y despierto.

Algo en mi mesa de noche vibra.

Me remuevo de un lado a otro para luego abrir los ojos y acercarme a mi teléfono.

Eric me está llamando. Eso es... Raro. Miro la hora, son las doce de la noche.

Con algo de duda respondo.

—¿Eric?...

Un sollozo.

La preocupación se cierne sobre mí, entonces vuelvo a preguntar.

—¿Eric? ¿Estás llorando? ¿Estás bien?

Otro sollozo y silencio. Me siento en forma de indio sobre mi cama.

—Kenzie... —por fin responde, pero de una manera apenas audible.

—¿En dónde estás? ¿Estás.... bo-borracho? —tartamudeo un poco.

Miro hacia la ventana. Llueve muy fuerte.

—No, yo... —vuelve a sollozar—. Estoy en mi casa, solo —hace una pausa—, ¿solo podrías quedarte aquí en la llamada conmigo? Por favor —pide.

Hago una mueca. Odio que siempre tenga este efecto en mi en el que no sé que decir o hacer.

Trago grueso y me atrevo a preguntar:

—¿Por qué lloras? —muerdo mi labio inferior y suelto un suspiro.

Escucho cuando empieza a sollozar más fuerte lo que hace que mi corazón se rompa pedazo por pedazo.

—Lo siento —sigue susurrando—. Lo que pasó... Mi mamá —un sollozo—, mi actitud... No-no, estoy bien Kenzie.

Me levanto de mi cama y salgo del cuarto.

—Shhh, tranquilo —le susurro de vuelta.

Bajo las escaleras y busco las llaves del carro.

—No cuelgues por favor —sigue pidiendo—. Te amo, de verdad te amo y... Me enferma cagarla tanto —suelta algo rápido—, no quiero que estemos mal... Yo-yo sé que siempre me disculpo contigo todo el tiempo, pero estoy aprendiendo a amar, trato con todas mi fuerzas de hacerlo bien y...

—Amor, tranquilo —vuelvo a repetir y los ojos se me ponen aguados—. No voy a dejar la llamada, ¿Ok?

Abro la puerta del garaje, entro a la camioneta y comienzo a manejar.

Eric sigue soltando cosas, algunas sin sentido para mi, mientras llora y llora. Solo quiero llegar con él para que pueda seguir desahogándose en mis brazos.

Jamás lo había escuchado llorar. Había visto su tristeza, pero nunca de esta manera y me hace sentir una conexión mucho más grande con él. Sí, se equivocó, pero somos humanos, está tratando de mejorar y aprecio mucho eso.

Las gotas de lluvia caen fuerte sobre el vidrio, el parabrisas trata de dejarme la vista despejada. Miro mi pijama, nisiquiera me cambié. Solo estoy con mis pantalones de cuadros con una franelilla negra.

Varios semáforos rojos me ralentizan, hasta que por fin llego al complejo de casas multillonarias. El señor me deja pasar y aprieto el pedal.

Estaciono al frente y me bajo empapándome de inmediato. No voy a entrar por la puerta principal claramente, así que busco la puerta trasera para ver si esta, está abierta.

Murmuro un "¡si!" al momento en que se abre, Ronnie aparece, silencio mi micrófono y se viene hacia mi.

—Hola grandote —acaricio su pelaje—, shhh, no ladres cariño.

The color in your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora