Verdades y cambios.

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Al cabo de unas horas, tanto Steve, Nat, Sam, Wanda, James y yo estamos en el aeropuerto. Los seis nos dirigimos a Italia. Está lejos, pero cuanto más lo esté, más seguros estamos.

Después de pasar todos los controles, subimos finalmente al avión. Obviamente volamos en primera clase. Los asientos están repartidos por parejas, Steve va con Natasha, Sam con Wanda y James conmigo. Al coger los billetes, les preguntaron a Sam y a Wanda si estaban de acuerdo y ambos aceptaron sin problemas.

Nos acomodamos en los asientos, que realmente son camas, y lo primero que me viene a la mente es la primera vez que volé con James y el desastre que hicimos. Probablemente uno de mis mejores polvos.

"¿A qué se debe esa sonrisilla de diablo?" Me apetece jugar un rato, el viaje es demasiado largo como para no molestarlo. "Estaba pensando en sexo."

James sonríe mientras gira su cuerpo hacia mi dirección. "¿En qué concretamente?" Sé que sus preguntas están tomando una dirección que ambos queremos, pero no se lo voy a poner tan fácil.

"No sé, en el que me dio Thor antes de que estuviéramos juntos. Es un auténtico Dios." James se enfurece e intenta agarrarme del brazo, pero soy más rápida. "Tranquilo fiera."

"¿Tranquilo? No sabes lo que acabas de hacer muñeca." Sus palabras no me asustan en absoluto y decido que lo mejor es dormir por lo menos un par de horas para poder aguantar la ronda de sexo de después.


He intentado dormir durante un buen rato pero no lo he conseguido. Mi cabeza no para de darle vueltas a la frase que dijo James. ¿Y si en verdad se droga? ¿Podré soportarlo? Un puñado de preguntas amenazan mi cabeza y prefiero no pensar más.

Miro por encima del pequeño muro que nos separa y veo que James está completamente sumergido en sus sueños. Me pregunto si está soñando algo. Se ve tan sereno dormido. Es como un niño pequeño.

Me detengo un par de minutos más mirando y se despierta. "Qué despertar más bueno." Le agradezco el cumplido y lo beso. "Aún quedan siete horas de viaje, será mejor que duermas si no quieres llegar cansada."

Otra vez mi cabeza vuela a las palabras de ayer. Necesito hablar con él sobre ello o no voy a poder estar tranquila.

"Antes de dormirme, ¿podemos hablar?" Él asiente y se incorpora para sentarse y escuchar. "Soy todo oídos muñeca."

Los nervios se apoderan de mi ser pero tengo que decirlo. "Quiero hablar sobre la frase que me dijiste ayer de que teníamos que aguantar estos días con sexo y algún tipo d droga."

Traga duro y aprieta la mandíbula. Probablemente no esperaba que la conversación fuese a tomar este camino. "Quiero aclararme James."

Él suspira y asiente lentamente. "Tengo que confesarte algo." Se detiene. Mi corazón comienza a acelerarse. "No soy adicto a las drogas, pero sí que suelo consumir dos a menudo."

Esta vez mi corazón no va más rápido, se detiene. "¿Cómo que consumes dos a menudo?" pregunto con miedo de saber la respuesta. "Sí, la marihuana la uso para tranquilizarme y la cocaína para activarme."

De repente, dejo de escuchar. No lo quiero oír hablar más. Me doy la vuelta en mi asiento y escondo mi cara entre la manta que proporciona la aerolínea. Lágrimas se deslizan por mi cara mientras James intenta explicarse.

"Muñeca por favor escúchame." Es lo último que escucho antes de caer dormida.


No sé cuánto ha durado mi sueño pero ya estamos aterrizando en Roma. Giro mi cuerpo de nuevo en dirección a James y lo veo serio con la cabeza baja. Está preocupado.

De repente se da cuenta de que he despertado y vuelve a intentar explicarse. Ahora que he repuesto fuerzas, debería dejarle la oportunidad de darme explicaciones. "Cuando estemos alojados hablamos." Él asiente e inmediatamente les mete prisa a los demás para llegar al hotel lo más pronto posible.


Al llegar, el recepcionista nos da las llaves de las cuatro y únicas suites que hay y todos subimos a dejar nuestro equipaje. Cuando el ascensor llega, la primera en salir soy yo por cortesía de James. Nat va detrás de mí, seguido Wanda y por último los tres hombres.

Nos despedimos del resto y cada uno tomamos la dirección correspondiente que nos lleva hasta nuestras habitaciones. James abre la puerta con la tarjeta y al entrar me quedo con la boca abierta. Ya había estado en suites de otros hoteles pero ninguna como esta.

La habitación es de las dimensiones de una casa normal en Estados Unidos. La cama es enorme y está rodeada por pétalos de rosa que a pesar de mi enfado con James, terminarán esparcidos por cada rincón.

"¿Puedo explicarme ya?" Está nervioso, su poca paciencia lo delata. "Sí, te escucho" digo mientras me acomodo en la cama.

James suspira y comienza a darme la explicación que tanto necesito. "Como ya sabes, además de ser empresario también soy mafioso. Que también es un tema del cual necesitas saber otras muchas cosas." Se queda en silencio por un momento ordenando en su cabeza lo que va a decir y vuelve a hablar.

"El caso es que con todo el estrés que esto conlleva, empecé a fumar porros de marihuana para tranquilizarme." La marihuana realmente no me importa. Yo también lo he hecho alguna vez y lo sigo haciendo, el problema es la cocaína.

"Y bueno, sobre la coca... Aguantar a varios desgraciados a la vez hay que sobrellevarlo de alguna manera. Además, estando en una mafia es imposible negarte a ello. Incluso el más santo cae en la tentación, incluso Steve lo ha hecho."

Sus palabras son duras y realistas. En parte tiene razón. Es muy difícil trabajar todos los días con droga y no probarla. Pero por otro lado, sigue sin parecerme bien. "Ahora que sabes lo que pasa, ¿puedes perdonarme?"

Automáticamente me vuelvo vulnerable ante sus ojos. "Sí, pero prometeme que no vas a abusar de ello, por favor." James asiente y me besa al mismo tiempo que me envuelve en sus brazos.

"Ahora termino de hacer un par de cosas del trabajo y después estrenamos la cama como es debido"

La lleva clara si piensa que le voy a dejar trabajar. Por mucho que durante el viaje haya estado dormida y enfadada, también he estado cachonda.

Ahora que realmente soy consciente de que mi novio es un mafioso peligroso al cual lo quieren muerto, tengo que adaptarme a la situación. Por lo tanto, se acabó ser la buena chica de siempre. Sé que este discurso me lo he dicho más de una vez pero esta va enserio.

Bienvenida nueva Brook Stones. 

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