Roma.

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El rolex que luce James en su muñeca marca las ocho de la noche. Apenas llevamos en Roma unas horas y ya hemos estrenado la cama del hotel.

"Deberíamos ir a cenar" propone y asiento. La peor parte de salir a la calle es planificar qué me voy a poner. A pesar de que no me he traído toda la ropa, tengo unas cuantas prendas entre las que elegir.

Busco algo acorde con la noche. No quiero que sea muy elegante, simplemente algo casual. Me cuesta varios minutos pero finalmente encuentro la combinación perfecta. Una camiseta camiseta negra junto con una americana y unos pantalones de cuero del mismo color.

Sin perder el tiempo, me visto y busco a James para que de su valoración. "Es perfecto muñeca. Te ves espectacular, y esos pantalones te hacen un culazo..." Cómo no, tenía que decir un comentario de ese estilo. Si lo hubiera dicho cualquier desconocido me hubiera enfadado, pero viniendo de él sé que lo dice con todo el respeto del mundo.


Tras maquillarme, ambos subimos al ascensor. Hemos decidido que vamos a cenar sin la compañía del resto. James presiona el botón y ambos esperamos a que llegue el ascensor a nuestra planta. Nos montamos y esperamos a que se cierren las puertas.

Nada más hacerlo, James me besa y me susurra de nuevo lo guapa que estoy. Sin quererlo, entramos en una dinámica cariñosa que se termina cuando varios pisos más abajo entra otro hombre al ascensor.

Miro hacia James, que cómo no, ya está molesto. Intento hacerle gestos para que se calme pero es imposible. Conforme vamos bajando pisos, más largo se me hace el trayecto. Mis ojos miran un punto fijo y no se mueven hasta que el ascensor por fin llega al hall.

Por educación, dejamos salir al hombre y nos despedimos, aunque él no responde. "Italianos..." dice James con cara de asco.

Por el camino, me fijo en la preciosidad de las calles. Todas están perfectamente alumbradas con farolas altas. Además, los artistas callejeros les dan un extra de belleza.

"Me encanta esta ciudad" le hago saber a James. "A mi también me gusta mucho, aunque todavía no has conocido sus rincones más bonitos." Ahora me ha dejado con la intriga.


Ambos nos frenamos en la puerta de un restaurante. Obviamente es un italiano que tiene pinta de ser muy lujoso. "He oído hablar bien de este sitio." Me fío de sus palabras y entramos.

La entrada está decorada en tonos negros. También hay un enorme ventanal que alumbra el recibidor. Esperamos a que llegue el encargado de las reservas y unos segundos después lo hace.

"Buenas noches, queríamos una mesa para dos." El hombre revisa el cuaderno pero su cara no es muy buena. "Lo siento pero estamos llenos, aunque si lo desean puedo apuntarles en el segundo turno."

Estoy a punto de decirle a James que es una buena idea cuando se le acerca al oído y le susurra. "Soy el hermano de Olivia." Al escuchar eso, automáticamente el hombre se disculpa y nos guía hasta una zona que por lo que puedo deducir no está abierta a todo el público.

"Lo siento Señor Barnes. Siéntense donde quieran." James se lo agradece y ambos tomamos asiento en una mesa que está al lado de la pared. "¿Por qué conoce a tu hermana?"

"Mucha gente lo hace. Ella vive aquí, y al igual que yo, también está metida en la mafia." No esperaba esa respuesta.

El camarero viene y toma nota de lo que vamos a cenar. "¿Va todo mejor?" Asiento. "¿Qué quieres hacer después de cenar?" pregunta. Pienso durante un rato y respondo.

"Me gustaría dar un paseo por la ciudad, nunca he estado y quiero conocerla." A James le parece una buena idea.

De repente, sacan nuestros platos. Observo los spaghetti con hambre y sin pensarlo empiezo a comer. James se ríe de mí ansia. "No te rías y come" digo con la boca medio llena. Él se desespera.

Night ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora