Mientras que Jisung ignoraba como Minho había ignorado su regalo, el cual ni siquiera vió, estaba feliz. Seungmin y Chan se encargaban de hacerlo reir, ¡hasta le compraron dulces para el almuerzo! Y esa era la primera vez que desobedecía a su madre, ya que ella siempre decia que los dulces en el almuerzo hacían mal a su pancita.
Pero se dió cuenta que aquellos dulces habían sanado a su corazón, o al menos un poquito.
Ahora se encontraba riendo al recordar un chiste por parte de su mejor amigo y guardando unos libros en su mochila porque tenía mucha tarea para hacer esta tarde. Cerró su casillero, sin embargo, al darse vuelta fue sorprendido por el cuerpo corpulento de un tal Lee Minho.
El mismo chico al que le estaba dando regalos de navidad para conquistarlo, estaba a centímetros de él con su semblante serio y su cabello negro cayendo sobre sus ojos.
Oh sus bellos ojos...
Jisung se puso aún más nervio al notar como elevó su brazo para dejar apoyada su mano sobre su casillero, dejándole sin escapatoria alguna. Y por inercia, hecho su cabecita un poco más atrás, asustado realmente por esto. Pero al ver la bolsa de regalo balanceándose de un lado a otro en su mano libre, supo que algo andaba mal con su plan.
—¿Por qué haces esto, eh?
—Y-Yo... yo... yo... n-no se de q-que me hablas.
—No te hagas el estúpido. ¿"HJ"? Se perfectamente que eres tú.
—¿"HJ"? —rió con su nerviosismo a flor de piel—. T-Te con-confundes, Min-Minho hyung. Hay muuuuchos nombres con esas iniciales.
El nombrado esbozó una sonrisa, pensando en que esto sería mas fácil de lo que pensó.
—¿Enserio crees que soy un idiota? ¿Qué no se que fuiste tú quién dejó esa caja ayer y hoy esto?
—Yo... —trató de buscar algo con el que escapar de eso.
Lo habían descubierto a tan solo dos días de haber empezado el plan.
¿Dios, por qué?
—¿Por qué haces estas ridiculeces? ¿Acaso te gusto?
Jisung abrió bien en grande sus ojos. Su corazón podía dispararse en cualquier momento y dejarlo expuesto. Aunque ya lo estaba.
—S-sí —confesó, agachando la cabeza.
Minho esbozó una sonrisa ladina y largó un suspiro.
—Deja tus estupideces —le dejó la bolsa en el pecho y se fue de allí.
Jisung lo vió irse, sosteniendo la bolsa; sosteniendo el regalo que tanto se habia esmerado en hacer, ¡tanto que se quedó hasta las tres de la mañana!
El pequeño Han se deslizó por los casilleros hasta impactar contra el suelo. A la vez que unas cuantas lágrimas caían por su rostro.
¡Sus regalos no eran estúpidos! Eran hermosos, delicados y bien pensados.
Jisung no se rendiría tan facilmente. Haría que Lee Minho valore sus regalos de navidad.
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