Últimamente, el frío en Seúl había aumentado, siendo catalogado, en los informáticos, como la ola de frío más fuerte desde hace diez años.
Al escuchar aquello, una pequeña chispita se prendió en su mente: haría un sengundo intento en regalarle a Minho otra bufanda. Obviamente que vería algunos tutoriales porque ya no recordaba casi nada de las enseñanzas de su abuela. Aparte que no quería molestarla, porque sino haría muchas preguntas.
Y lo que menos quería responder era preguntas que no sabía las respuestas.
No quería decirle para quién era el regalo, mucho menos contarle a su abuelita que andaba detrás de un chico que no le daba ni la hora. A pesar de que todo haya cambiado ahora, y que Minho no solo le haya hablado o que también le acaricio el rostro, estaba feliz porque comenzó a interesarse en sus obsequios.
Ahora si que estaba motivado a trabajar un poquito más para conseguir el dinero y llevar a cabo su plan: conquistar a Minho.
Y era por eso que, junto a toda la lana que le sobró, pudo hacer una linda bufanda nuevamente, claro que le cambió los patrones de colores y puede que haya algún que otro punto que se salió, pero si lo usaba del otro lado, él lucirá precioso.
Ingresó al establecimiento tomando fuertemente de las tiras de su mochila y entre sus dedos, también colgaba la bolsa color rojo brillante, representando a la navidad.
Paró en seco cuando notó a Sanha recostado en su casillero. Ambos cruzaron miradas, y el labio roto que tenía estaba mucho mejor que ayer.
—Hola Sung —sonrió como pudo, ya que aún era doloroso.
—Hyung... Hola —dijo un poco tímido, tratando de abrir la cerradura.
—Oye, quería pedirte disculpas por lo de ayer. Actúe como un tonto, lo siento.
Jisung tragó saliva y dejó la bolsa dentro del casillero para tener sus manos disponibles y poder abrir su mochila.
—En verdad quiero que salgas conmigo, como amigo o lo que sea. Lamento ser insistente o pesado.
—No es conmigo con quién tienes que disculparte...
Metió una de sus manitos al fondo de la mochila y así tomar una libreta para colocarla sobre la repisa de metal.
—El idiota se lo merecía, se metió en donde nadie lo llamó. Quiero que tú me perdones por actuar así. Me gustas y no quiero que haya incomodidad entre nosotros.
Jisung sonrió. Guardó el obsequio dentro del bolso, hoy se lo dejaría arriba del banco... aunque aún estaba muy indeciso. Cerró el casillero y colgó nuevamente la mochila en su hombro y se giró para mirar a Sanha.
—Está bien, pero por favor, no vuelvas a reaccionar así.
O de lo contrario tendré que cortar lazos contigo y eso no quiero.
—¿Almorzamos juntos, lindo? —guiñó su ojo izquierdo ante el apodo, disfrutando de ver como Jisung se sonrojaba.
—Quedé en almorzar con Seungmin y Chan, pero no molestas si te unes.
—Cita doble, me parece perfecto. Ahora tengo que irme.
Ambos se saludaron con sus manos, mientras que en el rostro de Han se alojaba una expresión de confusión. La cual se profundizó al escuchar un fuerte portazo.
Se volteó rápidamente para notar los ojos de Minho sobre los suyos y notó como cerraba su mochila con agresividad para luego colgársela en el hombro e irse.
—¿Minho, podemos hablar? —preguntó cuando este estaba a la mitad del pasillo rumbo al salón.
Había sido ignorado.
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