Ignorar que aquellos regalos le habían parecido lo más tierno del mundo, era lo mejor.
O el hecho de amar cada nota que le dejaba, arriba del empaque, y de fingir que no era lo más lindo. Decorado con esos stickers y con esa letra demasiado prolija.
Pensó que sería fácil tratarlo mal.
Pero ver aquel día sus lágrimas, había tirado a la mierda todo el plan ideado por su estúpida cabeza.
Tampoco entendía el por qué de hacer eso. No era una mala persona. No a pesar de que sus padres lo abandonaron y tuvo que criarse en la calle o esas casas en donde los niños estan refugiados pero no son felices porque el vacío está dentro de ellos.
Aquellos detalles que Jisung hacía por él, fueron los más lindo que alguna vez tuvo, y por eso no sabía como tratarlo.
Largó un suspiro, queriendo borrar aquello de su cabeza, aunque Jisung no salía de ahí desde el primer día en que lo vió. Cerró su casillero e inhaló oxígeno para soltarlo bruscamente.
—¿Qué te sucede? —preguntó alguien detras de él, cuya voz reconoció enseguida.
Minho se dió la vuelta y se recostó sobre los casilleros, dejando caer su mochila al suelo.
—Nada, Chan. Absolutamente na...—Lee lo miró a los ojos y sus dos neuronas conectaron—. Espera, ¿Tú eres novio del amigo de Jisung?
—Seungmin. Se llama Seungmin, a este punto, eres un mal amigo. Pero sí, es él, ¿qué pasa?
—¿Sabes lo que hace Jisung conmigo?
—No... —mintió—. Son cosas de ellos dos. Minnie no me cuenta nada... ya sabes, hicieron la pinky promise —siguió mintiendo.
Claro que Chan sabía del plan. Y era claro que Seungmin y Jisung tenían sus cosas, pero el plan fue ideado entre los dos y contado al mayor para que les brindara una opinión extra.
Opinión que si era negativa, no iban a tomar en cuenta y el plan seguiría estando en pie.
—Pero, dime, ¿qué sucede con Jisung?
—Quería saber si sabes cuál es el quinto regalo.
—¿Regalo? —fingió sopresa, cruzándose de brazos y con su ceño fruncido.
—Desde que empezó diciembre, Jisung deja un regalo en mi banco. Hoy es cinco, así que seria el quinto regalo.
Chan emitió una sonrisa y se deshizo del ceño fruncido para colocarse al lado de Lee y pasar un brazo alrededor de su hombros, incitándolo a caminar por el pasillo.
—Mi querido amigo: te estás enamorando de Jisunggie —dijo, con toda la certeza del mundo, comenzando a idear otro plan para poder ayudar—. Es normal, no pasa nada si te enamoras. No pasara nada de lo que crees. Si le das una oportunidad a Jisung, sabrás lo que es el amor. Créeme, lo supe cuando Seungmin aceptó salir conmigo y también aquella vez cuando lo vi recién despierto y su carita aún dormida, despeinado y de mal humor, porque yo lo estaba viendo así. Es lo más lindo que te pasará si dejas de pensar que eres una mierda. Mereces sentir amor, y Jisung es una excelente persona para ti.
Minho permanecía con la cabeza gacha, pensando cada una de las palabras que su amigo había dicho.
Jisung le había gustado en el primer instante que lo vió. Cuando supo que era amigo del novio de Chan, supo que podía acercarse. Pero no hizo absolutamente nada.
Cuando vió a aquél rubio dejar un obsequio, sonrió con felicidad. Pero de pronto, la vida que él llevaba, con su familia adoptiva, no era muy buena que digamos.
Y eso logró que la sonrisa decayera y que el enojo se apoderase de él, tirando la caja, en la que hubo tiempo y dedicación para dejarla tan perfecta y delicada, además de que adentro estaba lo que más le gustaba comer.
Aún no sabía qué hacer. Trató de alejarlo, dos veces. Le dijo que ya no hiciera eso, que creyera que le había dado una razón para golpearlo y no para enamorarlo.
Mierda.
Se despidió de Chan y entró a su salón, sintiendo la mirada expectante de los demás, ya estaba cansado de eso. Los únicos ojos que quería sobre él estaban sobre un cuaderno, en el cual palabras eran escritas con una tinta azul. Y lo peor de todo no eran los susurros de sus compañeros criticando sus tatuajes o su atuendo desarreglado.
Lo peor era que no había regalo.
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