008

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El pequeño Han caminaba por los pasillos. Esta vez le entregaría la soda, ya que estaba en la hora del almuerzo, decidido a hablar con él. Además de que ya no tenía mucho sentido dejarle el regalo en la mesa cuando ya había descubierto quien fue.

Aun así, su mensajito no faltó. Su letra era demasiado perfecta y por ello estaba feliz, y también lo adornó con algunos sticker, unos que hacían lucir la nota un poco tierna.

Su corazón comenzó a latir. En realidad ya estaba latiendo como loco, pero cuando encontró a Lee en su casillero, guardando algunas cosas, simplemente se disparó y todo su cuerpito comenzó a temblar. Se preguntó por qué no sintió esto antes, sobre todo porque era el cuarto regalo y se dió cuenta de que jamás le dió uno mientras lo miraba a los ojos. Simplemente se ponía feliz de lejos, viendo como agarraba el presente, pero de pronto la tristeza lo indundaba al saber que lo había tirado a la basura.

Apartó aquellos sentimientos y pensamientos y se acercó a su crush. Alzo su dedito y tocó dos veces su hombro, sin llamar su atención, por lo tanto lo volvió a hacer. Y tampoco tuvo éxito. Intentó e intentó y nada.

—¡Lee Minho! —gritó, agradeciendo enseguida que el pasillo estuviese vacío.

El nombrado rodó los ojos y largó un suspiro. Se giró y lo tomó de la muñeca, para estamparlo contra los casilleros. Han abrió en grande sus ojos por la repentina y violenta acción. Lee se dió cuenta que había golpeado su cabeza, así que no dudó ni un segundo en llevar su mano hasta la parte posterior y acariciarla, para calmar el dolor. Sin embargo, nunca se disculpó.

Cuando fue suficiente, retiró su mano, pero no se alejó del cuerpo del menor.

—¿Qué quieres?

—Yo... yo vengo a... a... —las palabras de su boca no salian.

Sus mejillas se colorearon y agachó su cabeza, tímido ante los ojos de Minho. Alzó la lata de la coca cola y la dejó entre medio de ambos, desviando la vista del mayor, quien tomó el producto.

—Pensé que ibas a dejar el regalo en el pupitre —dijo, ganándose una mirada confundida del menor, el cual alzó enseguida su cabecita.

—¿Q-Qué...? 

Quería volver a oir aquello, pero el pelinegro estaba leyendo la nota, por lo que se puso aún más tímido.

"Sé que estamos en invierno, pero realmente quiero que se refresque.
¿Ahora si me dirá cuál es esa razón, hyung?

-Han Jisung-" 

Minho sonrió ladino y desvío su vista hacia el cesto de basura. Miró al rubio que tenía frente suyo y tiró la lata, embocando. El mayor se alejó con una sonrisa, pero al notar como los ojitos contrarios se habían aguado y en como los labios también comenzaron a temblar, su sonrisa se borró por completo.

Aún más cuando salió corriendo.

Y allí, parado en el medio del pasillo sin comprender por qué mierda hizo aquello, buscó la lata de gaseosa y la rescató, volviendo a leer su nota.

Sobre todo, porque él también quería comprender cual era esa razón.

Sobre todo, porque él también quería comprender cual era esa razón

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━ 20 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑛𝑎𝑣𝑖𝑑𝑎𝑑 ✧ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora