Quería salir ya de allí. Estaba asustada... Y como ya sabía, cada vez que me asustaba, acababa por desmayarme. Pero me había propuesto no hacerlo esta vez. Aunque eso no sería algo que controlaría yo, si no mi cerebro...
Transpirar era algo que estaba haciendo hace rato, pero comencé a hacerlo en demacía cuando noté que la navaja que había sacado de su bolsillo medía entre 10 y 15 centímetros.-¿Que harás con eso?.-
-Tranquila...- decía mientras se acercaba cada vez más hacia mi.
Tropecé con uno de los sillones de su despacho, y caí al suelo de madera caliente por los rayos de sol que entraban por la ventana.
-Ahora si.- dijo decidida.
Tomó la navaja con más ímpetu y en un flash de segundos, la sangre comenzó a caer sobre mi ropa. Me había cortado la yugular...
-Espera...- dije en un susurro, y luego, la oscuridad me envolvió en esa calurosa tarde de primavera.
**Félix**
-¿Siempre tendré que ser yo la muñeca?.-
-Sí, porque yo soy el auto.- dijo ella mientras abría los ojos muy grande.
Esa niña era maravillosa. Deseaba en el fondo de mi corazón que fuera mi hermana... pero, no quería anticiparme, porque si no era así, me iba a decepcionar en grande. Sus ojos eran iguales a los míos, y cada vez que la miraba, hacía que me uniera más a ella. La había comenzado a querer en muy poco tiempo. Como a Miranda... pero, mis sentimientos hacia ella eran diferentes. A ella la amaba, como a nadie.
Hablando de ella, comencé a buscarla por la sala. Hacía un rato que se había ido a hablar con Grenda, y temía que lo que ella nos ocultara fuera algo que pudiera dañar a Lindsay.Cuando fijé la vista en el pasillo del despacho de Grenda, la vi salir corriendo a ella y llevándose todo por delante.
Tomó a Lindsay por la cintura, y la cargó sobre ella antes de que pudiera hacer o decir algo. Salió por la puerta del orfanato, y mi instinto fue seguirla.-¡Lindsay!- grité mientras Grenda la subía a su coche y cerraba la puerta.
-Adiós Ribrodck!.- dijo Grenda riéndo mientras se subía al asiento del conductor y ponía en marcha el coche.
-¡Espera!.- grité más fuerte aún. Pero era demasiado tarde, cuando había llegado a donde estaba aparcado el coche, lo único que podía ver era el humo del tubo de escape que contaminaba el aire.
¿Grenda se había escapado con Lindsay? Sí, eso había pasado. Lo había hecho de repente y sin decir nada, excepto "adiós, Ribrodck". ¿Y dónde se encontraba Miranda?.
-Disculpe, señor...- sentí que alguien me llamaba.
-Sí, ¿Qué ocurre?.-
-Creo que tendría que entrar un momento, por favor.-
Entré apresuradamente a la sala, pero no encontré nada allí.
-Aquí, por favor...- me señaló el despacho de Grenda.
Corrí hasta allí, y la imágen de Miranda tumbada en el suelo, con la sangre corriendo por su cuerpo hizo que me desesperara más de lo que estaba.
Me acerqué a ella, y comprobé su pulso. Aún respiraba...
-Aún respira... Por favor llama a un médico.-
-Lo he hecho hace unos segundos... Me dijeron que estarían aquí pronto...- dijo ella muy tranquila
-¿Como puedes estar tan tranquila en un momento así?.- grité sin poder creer como estaba tan serena
-Lo siento...-
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