Capitulo XXX

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Los ojos de Félix son idénticos a los de la niña, Lindsay. Y yo esa similitud la notaba bastante...
Por el asombro, unas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Félix ya una vez con los ojos bien abiertos, me vió llorando.

-¿Qué ocurre?.- dijo con la voz ronca.

-Nada, tan solo me alegro de verte bien.-

-Miranda, a mi no puedes engañarme, algo te ocurre.-

Dude unos segundos en decirle la verdad a Félix, pero al final opté por hacerlo. Le conté toda la historia de la niña desde que la había conocido en el parque, hasta el día de hoy.

-¿Y te pone mal que su tumor maligno... acabe con ella?.- dijo preocupado.

Exactamente no era eso lo que me ocurría, pero con eso bastaría. No quería comentarle a Félix mi suposición. En ese momento sonó mi móvil.

-¿Hola?.-

-Miranda, soy Grenda. ¿Es un buen momento para hablar?.-

-Sí, aguárdame un segundo.-

Le hice señas a Félix para que me esperara, y me fuí al otro lado de la habitación.

-Sí, dígame.-

-Por favor, tuteame...-

-Está bien.-

-Bueno. Lindsay a respondido bien a las pruebas y la operación a resultado un éxito. Estará estable en unas dos horas.-

-Oh, eso es fantástico. Gracias a Dios.-

-¿Como está tu novio?.-

-Todo ha salido de maravilla.-

-Me alegro. ¿Estás con él?.-

-Sí, aquí en el hospital.-

-Oh, creí que estabas en tu casa.-

-No, estoy aquí con él en una de las habitaciones.-

-Bien. Sabes que si lo deseas, luego puedes venir a ver a Lindsay aqui, o al orfanato si prefieres.-

-Sí, lo sé. Y lo haré. Gracias por su... tu llamado.-

-Era lo menos que podía hacer. Veo que le tienes un gran aprecio a Lindsay, y no sé por qué. Bueno. Nos estamos viendo pronto. Saludos a tu novio.-

-Se los daré de tu parte. Una vez más, gracias.-

-Ya, ya... Adiós, debo irme.-

-Está bien. Adiós.- colgué.

Ahora las lágrimas que caían por mis mejillas no eran de asombro, si nó de felicidad.

Regresé con Félix. 

-¿Quién era?.-

-La mujer a cargo de la niña que te conté. Todo ha salido muy bien y en dos horas ya estará estable. Me gustaría ir a verla, contigo, luego.-

-Claro, y cómprale unas flores de regalo para cuando vayamos.-

-Lo haré. ¿Tu necesitas algo?. Ahora iré con el médico.-

-Mientras estés a mi lado, Miranda, no necesitaré nada más.-

Le sonreí y le dediqué un tierno beso en la frente.

-Ahora regreso.-

-Bien.-

Fuí en busca de un médico que al instante se dirigió a la habitación de Félix. Hablamos un rato y dijo que permanecería un día más en el hospital para hacer unas últimas pruebas. Luego se retiró.

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora