-Muy bien- respondí con una risa algo falsa.
Félix se estaba despidiendo de mi, cuando de repente sonó el timbre. Me sobresalté y luego de un segundo abrí la puerta. Había un muchacho de ojos azules, vestido formalmente cómo para una entrevista. Tenía el cabello enrulado, pero corto y un lunar a la izquierda de su boca.
-Hola- me dijo con un tono de voz algo grave.
-Hola- le respondí.¿ Vienes por el cartel de allí?- le dije señalando éste mismo.
-Claro. Me gustaría saber el costo y como funciona ésto- agregó añadiendo un particular ímpetu a la última palabra.
-Está bien, aguardame un minuto que termino con éste jóven. Por favor, siéntate donde más te guste- Lo hice pasar a la sala de estar, que de hecho estaba al abrir la puerta.
Se sentó.
Llevé a Félix a la cocina. Le pregunté cuándo traería su equipaje y se intalaría aquí, a lo que Él respondió que volvería mañana por la mañana.
-¿Me pasas tu número?- dijo Él.
-¿Número de que?- respondí yo algo nerviosa.
-Tu número de celular, Miranda.-
-¿Para que quieres tú mi número de celular?-
-Para tenerte entre mis contactos, como a cualquier otra persona. No creas que quiero salir contigo ni nada de eso.-
Estaba confundida. Acaso Él no quería salir conmigo? Dijo que había sido amor a primera vista y que me lo probaría... probarme qué si me dijo eso? Si se lo preguntaba parecería interesada en Él, y aunque eso era cierto el tenía que notar lo contrario.
Me limité a sonreir, falsamente, como casi siempre.
-Bueno, pues, me voy- dijo Él dirigiendose hacia la sala de estar.
-¿Acaso no saludas?-
Me miró y noté que se había avergonzado y sorprendido a la vez por mi comentario.
-Si eso quieres-
Se acercó a mi y cuándo iba a saludarlo en la mejilla, corrió su cabeza e intentó besarme, pero preparada para eso, me aparté.
Desapareció tan rápidamente como el humo del cigarrilo en el aire.
Se escuchó la puerta.
Salí de la cocina y me dirigí hacia la sala de estar.
-Muy bien- dije. -Te explico cómo es ésto-
Le volví a comentar todo lo que había dicho a Félix, al muchacho que había entrado. Al decirle el costo tampoco se soprendió y pensé que tal vez era algo bajo y que por eso todo los que venían accedían a pagarlo.
-¿Tu nombre?- pregunté algo impaciente.
-Drake- respondió sonriendo. ¿El tuyo?-
-Miranda-
-Bueno, Miranda. Nos vemos mañana por la tarde- dijo levantandose del sofá.
-Ah, espera... ¿Qué habitacion eliges?. Ésta ya está ocupada- le dije conduciéndome al pasillo de las habitaciones- Pero quedan cuatro restantes-.
-Ésta está bien- respondió señalando la única habitacion disponible en la planta baja.
-Mira que si quieres hay otras tres más arriba.-
-No quiero estar arriba- respondió Él.
No pregunté por qué. No quería indagar demasiado. Asi que le sonreí y le abrí la puerta.
-Bueno, un gusto-
-Igualmente, Miranda- ¿Te puedo preguntar algo sin ánimo de ofender?
-Claro...-respondí dudosa de mi respuesta pensando que talvez me ofendería, ya que sabía que cuándo la gente decía eso, finalmente ofendía.
-Siento que te conozco desde antes- dijo al final. -Tu no sientes lo mismo?-
-No se por qué creiste que eso me ofendería, Drake. Pero el caso es que no siento lo mismo.-
Sonó algo brusco, pero lo dije muy lentamente y con un tono algo dulce, tratando de generar el efecto contrario. Pareció haber salido mal.
-Está bien. Yo creí que si.-
No había fallado, genial. O tal vez si y quiso que se notara lo opuesto a una decepción.
Salió por el camino hasta la calle y yo cerré la puerta. Me quedé pensando cómo solía hacerlo siempre, en Félix. En ese momento me arrepentí de no haberle dado mi número. Yo si quería que lo tuviera, pero como siempre una vez más, la cabeza le había ganado a mi corazón...
Fuí a buscar el celular a mi habitación. Pero no lo encontré. Recordé que lo había dejado en la mesa ratona de la sala de estar, pero... ¿ por qué no lo había visto cuando había estado allí antes?
Regresé, nuevamente para encontrar mi celular y no estaba. Revolví toda la casa entera en busca de éste, pero no lo encontré por ningún lado. Se había esfumado, se lo había tragado la tierra. Había desaparecido...
Sonó el teléfono de mi casa. Atendí.
-¿Hola?. ¿Quién habla?-
Yo tenía identificador de llamada y ese número me resultaba desconocido.
-Adivina quien-
En ese momento se me cruzaron un montón de cosas por la cabeza y pensé en Félix.
-¿Cómo tienes mi número?- respondí algo enfadada.
En ese momento no estaba contenta por hablar con Él.
-¡NO!- grité.
Lo había hecho tan fuerte que hasta los vecinos lo podrían haber oído.
-¿Tú tienes mi celular?- Parecía más una afirmación que una respuesta.