Capitulo VIII

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Se escuchó un largo silencio a través del teléfono.

-Sí, lo tengo yo- contestó riéndose vagamente.

-Bueno, no voy a preguntar para que te lo has llevado, porque lo imagino... pero, ¿cómo se te ocurre hurtar cosas privadas de una persona? Acaso, ¿te enseñaron eso de pequeño?-

-¿Podrías calmarte Miranda? Es una tontería solamente.

-¿Una tontería?- pregunté.-Quiero que me lo regreses ahora mismo-

-O sea... ¿me estas dando permiso para ir a visitarte?- preguntó con una cierta alegría que se notaba en su tono de voz.

-Sólo quiero devuelta mi celular Félix, nada más-

-Okay, iré ahora-

Cortó tan rápido que no tuve tiempo de decirle adiós.

Caminé varios minutos por el pasillo de las habitaciones mientras mordía mis uñas. Estaba bastante nerviosa. ¿Como se animó a hacer tal cosa? Y lo peor y mejor al mismo tiempo era que ahora tenía mi número. ¡Qué feliz estaba! Pero frustrada a la vez...

No tuve noción del tiempo. Sonó el timbre. Abrí la puerta apresuradamente. Era Él, por supuesto.

Tenía una sonrisa de oreja a oreja como si le hubieran regalado algo por su cumpleaños.

-Aquí está tu celular, desesperada- dijo Él

-¿Desesperada yo? Disculpa, ¿y tú? Hurtador de cosas.-

-Tal vez, pero lo hice sólo con una intención.-

-Bueno, pero eso no está bien- agregué al final.

Me entregó el celular. Ni siquiera lo revisé. Era algo obvio. No me iba a eliminar nada y yo tampoco tenía nada allí que no quisiera que Él viera.

-Bueno, puedes irte- dije con impaciencia.

-Ah, espera- dijo Él. -Iré a buscar mis maletas-

Me dejó hablando sóla. Supuse que las traería ahora para no tenerlas que traer mañana.

Básicamente, era lo mismo, pero si Él prefería así, estaba bien para mi. Tardó unos 15 segundos.

Volvió con ellas y las puso a un costado de la puerta y cerró ésta misma.

-¿Que estás haciendo Félix?, puedes irte ya-

-El caso es que traje mis maletas para quedarme aqui, desde hoy, desde ahora.-

-¡No puedes! Tu vendrías mañana por la mañana.-

Comenzé a notar que el episodio del celular lo había hecho con doble intención.

-Tu dijiste que me podría instalar cuando yo quisiera- dijo riéndose.

-¡No te rías!- exclamé

-De todos modos no me voy a ir, tengo mucha ropa que ordenar y mucho que conocer-

-¿Te refieres a la casa?-

-Si, así es.¿Ya es la hora de cenar?

-No, aún no, pero... si tu quieres puedes hacerlo ahora. Yo no cenaré ésta noche. No tengo hambre.-

-Está bien, voy para mi cuarto.-

Estuvo allí 15 minutos. Mientras tanto, yo lo espiaba desde el pasillo, pero Él no se había dado cuenta.

Era tan lindo, y yo era tan mala con Él. Tendría que empezar a tratarlo mejor, porque estaba siendo un tanto agresiva, aunque el no lo notara. O tal vez, si. De todas formas, ya era algo tarde y mañana tenía la próxima entrevista de trabajo. Tenía que dormir lo suficiente si no quería llegar tarde. 

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora