Capitulo XXXIX

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No podía creer que había tardado tanto en descubrirlo. Había estado ante mis ojos todo este tiempo, y jamás se me había ocurrido. Pero... aunque parecía loco que lo cruzara una vez más, así había querido el destino que fuera.


El hombre que nos acompañó hoy, era el hombre que una vez, hace unos meses atrás, me pagó esa botella de agua, a principios de primavera.

No lo había tenido tan presente, porque jamás se me había dado por prestarle atención a un momento tan insignificante. Pero, este hombre algo quería, era obvio. Nos había salvado del ataque de Grenda, y hasta nos había acompañado a casa... Necesitaba descubrir que era lo que ocurría.


Regresé a la habitación, y tumbada en la cama una vez más, intenté hallar pistas de que era lo que quería este hombre...Pero, agotada de tanto pensar, comencé a cerrar los ojos, y entré en un profundo sueño.


* * * * *

Me despertaron los gritos de Lindsay, que, al asomarme, estaba jugando junto a Félix en la sala de estar.

Ví a Félix, y recordé el beso de Nicholas, que, aunque no quería, seguía presente en mi mente...

Miraba desde lejos a mi novio, y no podía creer que le estaba ocultando algo así. No significaba que lo iba a descubrir, pero yo quería contárselo cuanto antes, porque un sentimiento de culpa me invadía en el interior.


Salí de la habitación, algo adormilada aún, y me saludé primero a Lindsay, que me abrazó; y luego besé a Félix. Sus besos no se comparaban con el casto beso que Nicholas me había dado. Mi subconsciente quería que todo lo de Félix, fuera lo mejor... O tal vez, eso era lo que quería yo. Y así menospreciar a Nicholas...


-¿Como has dormido?.- ¿Estas mejor? - preguntó Félix, siempre tan cortés.


-Muy bien. Me siento mucho mejor, ya estoy recuperada de todo. Aún siento un pellizco en el tobillo.-


-Descuida, ya sanará.-


Sonreí.


-¿Como estás Lindsay?.-


-Bien, ¿y tu?.-


-Muy bien, ahora que estas aqui.- dije mirando a la pequeña.


Aún seguía pensando en Nicholas, y no podía sacarlo de mi cabeza. Era algo que ya me estaba asustando. Todo el tiempo, la imagen de ese beso penetraba justo en mi cráneo, y también en mi conciencia, que se sentía culpable por fallarle a Félix de esa manera. Y en ese instante no pude contenerlo más.


-Félix, necesito hablar contigo.-


-Oh, no. Siempre que dices eso no llega a nada bueno, Miranda.- dijo con cara seria, y dejando a un lado la muñeca de Lindsay.


-Lo necesito. En serio.-


-Bien. Cariño, por favor, ¿podrías ir un rato a mi habitación?.-

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora