Capitulo XXI

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El día en el trabajo transcurrió normal como mis dos días anteriores en éste. Por suerte no había llegado tarde esta vez. De camino en el auto, comencé a pensar en Félix, como lo hacía usualmente. Yo quería estar con él, y seguramente él también conmigo. Pero había algo que nos distanciaba.
¿Félix estaba dispuesto a dejar su vicio al juego por mi? No se lo había preguntado aún, pero estaba segura de que la respuesta era no. 

Es difícil que un ludópata deje su adicción al juego. Está comprobado que la ludopatía es un transtorno en el cual la persona, en este caso Félix, se ve obligada por una urgencia psicológica a jugar de forma persistente, afectando negativamente su vida personal, familiar y hasta vocacional. 

Aún no sabía si Félix trabajaba. Las propabilidades de que él dejara de jugar eran una en un millón. Pero yo estaba dispuesta a ayudarlo. Primero debia averigüar más sobre esto, aunque Félix no quería contarme absolutamente nada. 
Y en ese entonces se me ocurrió. ¿Por qué no incorporarme a su juego? En simples palabras, ser como uno de los que juegan al póquer.

Podría ir a esa cabaña en la cual él jugaba y unirme a ellos. Conocer como funcionaba todo eso era lo que tenía que hacer. Pero a su vez, había muchos obstáculos que me lo impedían.
Entre los más importantes, estaban el hecho de que Félix jamás me dejaría formar parte de algo así, y por otro lado me encontraba con que no sabía la contraseña que ese guardia me había preguntado.

Llegué a casa y estacioné el coche. Luego fui directo a mi habitación. Pensaba muchas cosas a la vez. ¿Cómo conseguir la contraseña? Félix jamás me la daría, ni siquiera intentaría preguntársela. Sería en vano... A menos que...
Si le incorporaba un micrófono a su camisa o remera, sin que lo notara, quedaría grabada la contraseña y todo lo que hablara cuando él fuera a jugar. Y eso haría, sin duda alguna.

Busqué entre mis cajones, pero no había un micrófono del tamaño de una hormiga, o más grande diría yo. ¿Quién guarda un micrófono para cosas así? Haciendo caso omiso a esa boba pregunta, me encaminé a la casa de tecnología de PoolVishe.

Llegué en un santiamén.

El vendedor de unos cincuenta y tantos años, escuchó muy paciente mi pedido. Revisó atrás y en unos instantes regresó. 

-Puedo ofrecerle dos estilos diferentes, claro está, con costos diferentes.-

-Lo escucho- dije con atención.

-Bien. Por un lado tenemos el micrófono2.0x, en el cual se debe mantener presionado el botón para grabar. Y este otro, el micrófono 2.0xmega es automático. Con solo pulsar una vez este botón, graba hasta doce horas seguidas.
El primero que le he mostrado ya no es muy pedido. En cambio, el micrófono 2.0xmega está en la lista de los más usados últimamente. 
Estos son los modelos cuando hablamos de micrófonos pequeños. Puedo ofrecerle en mayor tamaño...-

-No, gracias. Me llevo la segunda opción.- dije sin recordar el nombre.

-¿El micrófono 2.0xmega?-

-Si, ese mismo.-

-Bien. Son $75,00.-

Pagué y el hombre me lo entregó junto con la factura de compra.

-Muchas gracias-

-A usted- dijo él e hizo la venia.

Llegué a casa y fui hasta mi habitación. Leí el pequeño manual de instrucciones. Igualmente, no era muy complejo. Traía un clip para abrochar. Esto era perfecto.

Ahora, ¿como conseguiría incorporárselo a Félix si que lo notara? Tal vez, si buscaba una excusa para abrazarlo...
Caminé hasta la sala. Félix salía de su habitación.

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora