xvi. until the very end

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HASTA EL FINAL

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HASTA EL FINAL

El nuevo día había reemplazado al anterior y tenía solo tres horas de haber iniciado.

Se suponía que en ese momento debía estar durmiendo profundamente después de haber pasado poco más de dos días sin pegar el ojo, sin embargo, por más que quería no podía conciliar el sueño.

Un montón de pensamientos mantenían su mente activa y el calor provocado por la angustia no le permitía dormir.

Decidió levantarse para salir del Sietch Tabr y asú poder tomar algo de aire fresco, ordenar sus pensamientos junto con bajar su temperatura corporal.

Sus pies descalzos escalaron una duna de arena que estaba tibia, llegó a una formación rocosa que terminaba como acantilado, por lo que se sentó al borde de esta, apreciando la blanquecina noche y sus dos lunas.

Soltó un suspiro de alivio cuando la fresca brisa de la madrugada comenzó a jugar con su cabello, había encontrado un momento de paz entre tanto alboroto.

Miró sus pies, habían unos diez metros de caída bajo estos y luego arena, dorada arena.

Luego levantó la mirada, analizando los cráteres de los satélites naturales del tercer planeta en el Sistema Canopus; Arrakis.

Definitivamente, se sentía acompañada por aquellas lunas que la observaban desde arriba mientras refractaban la luz emitida por la estrella Alfa Carinae.

Comenzó a ordenar lentamente las ideas con poca coherencia y cohesión entre ellas que vagaban sin rumbo dentro de su mente.

Le estaba costando aceptar que su madre nunca la había querido genuinamente, después de todo era su progenitora, había sido la mujer que le había otorgado la vida.

Quizá esa apatía constante de Munia por Kegavie o la carencia de preocupación en la relación madre-hija habían sido señuelos muy evidentes, que ella no había captado, pues estaba convencida de que su madre hacía todo porque la amaba, aunque eso nunca hubiese sido cierto.

Le dolía haber estado ciega por tantos años y que incluso nueve años después de la muerte de Munia no se hubiese percatado de la situación. No hasta que alguien más le quitó esa venda de los ojos, no se dio cuenta hasta que Liet Kynes le hubo explicado todo.

No había descubierto todo el chantaje emocional que había hecho su madre, ¡su madre! No un tío, un abuelo, un hermano o incluso su padre, sino la mujer que muy probablemente había tenido la desgracia de llevarla nueve meses en su útero.

Su madre, Munia Atyer; se estaba terminando de convertir en un ser maquiavélico con cada información que salía a luz sobre ella volviéndola más despiadada a los ojos de su hija.

Ni siquiera procesaba el hecho de que hace dos días, ella era una pobre mujer que acababa de ser envenenada por su hermano pequeño, una mujer que a escondidas en una libreta de lomo gastado le contaba a su hija un montón de cosas.

DARK RED ━━ atreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora