xi. no turning back

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SIN VUELTA ATRÁS

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SIN VUELTA ATRÁS

La realidad la azotó cuando se dio cuenta de que estaba despierta. Añorando poder seguir durmiendo para esconderse en su perfecta utopía, soltó un gruñido que denotaba fastidio.

Su mente comenzó a reproducir escenas de sus padres, no recuerdos agradables, sino aquellos que la dejaban al borde de las lágrimas.

No podía negar que habían sido buenos padres (en especial Rahul, quien ahora resultaba no ser su padre biológico), sin embargo, Munia la presionaba constantemente a ir al borde de la perfección y en su inocencia; Kegavie no se percataba de aquello, no hasta que cedía ante toda la presión en sus hombros.

Su infancia había sido "normal" dentro de lo que había conocido como el concepto de algo normal.

Un par de piezas en el puzzle desordenado que llevaba años sin resolverse, se movieron como consecuencia de la carta.

Siempre se había preguntado por qué su madre se había empeñado en enseñarle tantos idiomas y ahora entendía que le creó una capacidad multilungüe y oratoria, ¿para qué? Para de alguna manera obligar a los Corrino a saldar la deuda con los Atyer.

También se había esforzado en enseñarle muchas técnicas de combate (que por cierto no había utilizado en su vida), la única respuesta que Kegavie creía lógica era que su madre sabía algo de la guerra santa que se aproximaba y preparó a su hija para sobrevivir.

Aunque el sentimiento de rencor y los pensamientos que traía consigo se estaban asomando lentamente.

También pasó por su cabeza la idea de que su madre sentía repudio (quizá demasiado) hacia Shaddam IV, por lo que había preparado a su hija para vengarse indirectamente del Emperador.

Terminó desechando todos los pensamientos que tuvo en ese lapso de tiempo y prefirió centrarse en aquello que la sacaría de las garras de la muerte: sobrevivir al desierto.

Desconectó su mente de los recuerdos, ¿ayuda psicológica? Definitivamente no tenía tiempo para pensar en el aborto espontáneo que había tenido o en la muerte de sus padres, nisiquiera se permitió pensar en Killian, se hizo creer que estaba con los Fremen y punto.

La querían muerta y no lo lograron, ahora tenía información muy valiosa a su favor que utilizaría para mantenerse viva un tiempo y si reclamar el trono le aseguraría que no volverían a intentar asesinarla, pues lo haría.

──¿Cómo te sientes?── preguntó Paul sonriéndole.

──Ya no estoy tan confundida como antes, aunque debo admitir que me siento como la reina en la partida de dos gigantes, me siento como un arma utilizada para ganar y que debe ser eliminada por el enemigo── Kegavie respondió mirando los labios de su prometido.

──¿Qué tal si eres la Reina de tu propia partida?── Paul sugirió, recostándose junto a la ojiverde──. Tú eres la Reina, yo soy el Rey y jugamos contra la casa Corrino y los Harkonnen. Dos bandos peleando, sin intervenciones externas, sin tu madre queriendo que te unas a la Bene Gesserit, solo nosotros dos, peleando por aquello que es tuyo por derecho de nacimiento. Yo solo estoy ahí para sostenerte y evitar que caigas, el Rey solo está prometido a la Reina, mas no tiene derecho al Trono del León de Oro, el título de Padishah no le corresponde. Lo que quiero decir es que tienes mi apoyo, incondicionalmente, sin importar lo que decidas.

DARK RED ━━ atreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora