DARK RED ━━ atreides

xx. only you

SOLO TÚ

La pelirroja estaba besando a alguien, esa Kegavie besaba a alguien que no era Paul, esa persona tenía hombros anchos, músculos gruesos, una expresión malvada con labios carnosos, ojos y cara hosca y cabello oscuro con rizos cerrados.

Era Feyd-Rautha Harkonnen.

Sintió que le agarraban la parte posterior del destiltraje y la tiraban hacia atrás con fuerza, sus ojos se cerraron y cuando los abrió, volvió al sietch tabr, abarrotado de gente.

Suspiró pesadamente, dejando escapar la angustia que se había formado dentro de ella. Dio un sobresalto cuando vio a Killian justo frente a ella, mirándola fijamente.

──Estás pálida── el pelinegro pasó su mano repetidas veces sobre la mirada de la ojiverde──. Tan pálida como un vampiro.

──Estoy bien── la caoba replicó después de inhalar una bocanada de aire──. Solo fue una visión.

Tenía la mirada desenfocada.

──¿Una visión? ¿Qué es eso?── Killian levantó una ceja en señal de duda y Kegavie se dio cuenta de que su boca le había ganado a su cerebro.

──Nada, nada── cerró lentamente sus ojos, los abrió y luego bostezó──. Tengo sueño── susurró.

──El sueño es un efecto de la droga.

──¿Qué droga?── la ojiverde cuestionó confusa── ¿De qué hablas?

──El agua de la vida es una droga. Eso es lo que acabas de beber.

Cerró los ojos por segunda vez, respiraba lentamente, oía cada latido de su corazón.

──Necesito a la abuela.

El cielo nocturno se encontraba estrellado, con las dos lunas alumbrando a cada lado, Kegavie se sentó en una roca, al lado de su abuela, quién tejía una aba con hilo de melange.

Reajustó los tampones del tubo nasal y se dispuso a hablar.

──¿Por Qué no estabas en el ritual?── cuestionó con curiosidad.

──Soy la Sayyadina del Río de Ramallo, si asistía me habrían pasado a la generación de Jessica y no estoy en edad de pasar por una Agonía de la Especia── Caliópe respondió con simpleza──. Fue una decisión unánime del consejo el convertirte en la nueva Sayyadina──. Acacio volvió la vista a su tejido──. Dime, ¿por qué querías verme?

──Tuve otra visión, una reacción alérgica.

La Bene Gesserit la miró sorprendida.

──La masa de preespecia ya desapareció── susurró intentando entender la información entregada por su nieta──. ¿Fue después de tomar la droga?- Cuestionó y la ojiverde asintió──. Entonces, eres alérgica al Agua de la Vida. Descríbeme lo que viste.

──Me vi en la tarima del sietch vestida como una Corrino, estaba besando a Feyd-Rautha Harkonnen.

Los ojos de Caliópe se abrieron como platos y comenzó a negar.

──No, no, no── musitó──. No es posible que estés viendo los deseos de Munia.

──¿Qué? ¿De qué hablas?

──Tu madre, quería casarte con Feyd-Rautha, iba a comprometerlos cuando cumplieras catorce. Claro, ni tú, ni Feyd-Rautha lo sabían. El barón había aceptado la oferta, porque sabía de tu derecho al trono.

Dejó que sus pies se balancearan sobre el vacío que había entre el borde del risco y el suelo -que se encontraba a veinte metros de distancia-.

Estaba ignorando la puesta de sol que ocurría frente a ella, su cabeza revoloteaba con pensamientos centrados en otra cosa.

El tiempo.

Iba a comenzar a sobrepensar los últimos meses en su existencia, lo rápido que había avanzado la vida y el gran esfuerzo que estaba haciendo para seguir el compás.

El peso como de una mirada le hizo volver a la realidad, súbitamente recordó que Paul se encontraba a su derecha.

Descubrió que la mirada de su prometido se encontraba perdida mirando algún punto en su rostro, decidió preguntar.

──¿Pasa algo?── cuestionó con un tono de voz tan suave que erizó la piel del Atreides.

Este negó con rapidez, recuperó la compostura en una fracción de segundo.

──Me hipnotizaste── respondió con simpleza.

──Solías decirme eso en Caladan── Kegavie recordó con nostalgia y apoyó su cabeza en el hombro de su prometido──. Extraño ese lugar.

──Hace tres meses estábamos allí──. Paul susurró──. Ignorando a los Harkonnen.

──Las cosas han cambiado demasiado── la ojiverde musitó mientras llevaba sus ojos a las lunas de Arrakis.

──Sí── el Atreides replicó para luego quedarse callado. Solo se oían las respiraciones de la pareja, la arena se movió sobre la superficie rocosa del risco──. Pero hay algo que no ha cambiado.

──¿Sí?

──Y eso es que── tomó las manos de la Atyer con sumo cuidado y se aseguró de que esta estuviese mirándolo a los ojos──. Te quiero solo a ti mi chica, solo a ti cariño, solo a ti querida. Solo a ti.