xxix. knowing me, knowing you

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CONOCIÉNDOME,CONOCIÉNDOTE

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CONOCIÉNDOME,
CONOCIÉNDOTE



Alia Atreides era una niña serena o así se mantenía en la compañía de Kegavie, a quién llamaba: "La Estrella". De lengua afilada, pensamientos revolucionarios y capaz de rebatirlo todo, Alia atemorizaba a muchos fremen, quiénes la llamaban: Abominación. Nacida como una Reverenda Madre, la niña se había apegado a su madre, a la esposa-sirvienta de Paul: Harah, a su hermano y a Kegavie.

Hacía un par de meses que la niña no viajaba al norte, en un sietch que se encontraba a veinte martilleadores de aquel en que vivía.

Caminaba sujeta a la mano de su cuñada, dando pequeños saltos de vez en cuando.

Avanzaron aprisa a lo largo del corredor, traspasaron otra puerta de válvula, después otro corredor, y finalmente cruzaron unos cortinajes para penetrar en la que había sido la alcoba de la Sayyadina en los días en que aquella había sido tan sólo una caverna de etapa.

Alfombras y almohadones cubrían el suelo. Tapices con el emblema del halcón revestían las rocosas paredes, a Kegavie le recordaba al callejón de las telas en Fénix.

Un escritorio bajo, a un lado, estaba lleno de papeles cuyo olor a especia revelaba su procedencia.

La Reverenda Madre estaba sentada, sola, en la parte directamente opuesta a la entrada. Levantó la mirada, con aquella expresión introspectiva que hacía temblar a los no iniciados.

Jessica pensó: ¿Cómo puedo decírselo?

Había enviado a Kegavie al erg Habbanya a apaciguar a algunas mujeres que pretendían rebelarse contra los líderes del consejo fremen y de vuelta, le había pedido que trajera consigo a Alia.

El incidente había ocurrido en su ausencia.

──Kiv, Alia── se puso de pie a recibirlas, forzó una sonrisa en su rostro──, ¿ha llegado algún mensaje desde tu partida en habbanya, Kiv?

──Ningún mensaje── la ojiverde le respondió──. Pero el sietch está más calmado ahora que la gente ha empezado a aceptar el milagro de su condición.

Alia se sentó a su lado, en un pequeño cojín verde, se mantuvo quieta, un comportamiento ciertamente extraño en ella.

──¿Han ocurrido batallas en mi ausencia?── la Atyer cuestionó mientras cruzaba sus piernas para sentarse frente a su suegra.

──Nuevas victorias ──dijo Jessica──. Rabban ha hecho algunas cautelosas tentativas acerca de la posibilidad de una tregua. Sus mensajeros le han sido devueltos sin su agua. Rabban ha disminuido incluso las cargas en algunos de los poblados del sink. Pero ya es demasiado tarde. La gente sabe que las enviará a lo profundo.

──Rabban deberá responder ante Shaddam, otra vez. Su casa se encuentra en aprietos── Kegavie sonrió maliciosa.

──Me temo que tu casa también lo está── la mujer prefirió no contarle aún del incidente──. Gurney Halleck ha contactado con el Gran General Kudar.

DARK RED ━━ atreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora