xxvi. welcome to tabr, gurney halleck

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BIENVENIDO A TABRGURNEY HALLECK

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BIENVENIDO A TABR
GURNEY HALLECK

Escondida detrás de una roca con el crys en su diestra, mirando a lo lejos a los contrabandistas. Su respiración estaba agitada, analizándolo todo.

Un recolector de especia funcionaba sobre la arena, un centenar de metros abajo, junto a un par de ornitópteros y un ala de acarreo que lo sobrevolaban.

Divisó a un viejo amigo muy en la distancia, Paul le hizo una seña y ella supo que ambos lo habían visto.

Gurney Halleck caminaba sereno sobre un risco, la cresta de la montaña estalló.

Doce cegadores chorros de llamas rugieron hacia arriba, en dirección a los tópteros y al ala de acarreo. Al mismo tiempo, un horrísono fragor metálico llegó desde el tractor.

Kegavie se movió con rapidez a la espalda del soldado, con sutileza puso su arma en el cuello de este y lo sujetó con fuerza.

Gurney movió una mano hacia el cuchillo, manteniendo los ojos fijos en el crys del Atreides, quién acababa de ponerse en frente.

A sus espaldas se oían gruñidos, imprecaciones, un rumor de lucha.

──Deja el cuchillo en su funda, Gurney Halleck── la ojiverde ordenó.

Gurney vaciló. Aquella voz tenía un sonido extrañamente familiar, pese a la distorsión producida por el filtro del destiltraje.

──¿Conoces mi nombre?── preguntó.

──No necesitas el cuchillo con nosotros, Gurney── la mujer respondió. Se irguió, quitó su crys del cuello y lo introdujo en la funda bajo sus ropas──. Di a tus hombres que cesen en su inútil resistencia.

Ella se movió para quedar al lado del hombre frente Halleck.

Ambos echaron hacia atrás la capucha y retiraron su filtro facial.

El shock producido por lo que vio tensó los músculos de Gurney. Por un momento creyó hallarse contemplando los fantasmas del Duque Leto Atreides y de Munia Atyer. Luego, la comprensión fue llegando muy lentamente.

──Paul, Kegavie── jadeó. Y más fuerte──: ¿son realmente ustedes?

──¿No crees en tus propios ojos?── preguntó el Atreides.

──Se decía que estaban muertos── comentó Gurney con voz ronca. Dio medio paso hacia adelante.

──Di a tus hombres que se rindan── ordenó la Atyer. Señaló hacia abajo, a las estibaciones inferiores de la cresta.

Gurney se volvió, reluctante, sin acabar de decidirse a apartar sus ojos de ambos. Vio tan sólo algunos combatientes aislados. Los encapuchados hombres del desierto parecían estar en todas partes. El tractor estaba inmóvil y silencioso, con un grupo de Fremen encima de él. No se oía a ningún aparato sobre sus cabezas.

DARK RED ━━ atreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora