❪ a time of quiet between the storms ❫

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INTERLUDIO: UN TIEMPO DECALMA ENTRE LAS TORMENTAS

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INTERLUDIO: UN TIEMPO DE
CALMA ENTRE LAS TORMENTAS

Kegavie no podía considerarse a sí misma como una soñadora, no cuando gastaba la mitad de su día con los pies en la arena y la otra mitad sobrepensando los mil posibles escenarios del día siguiente, especialmente aquellos referentes a su padre y el tiempo que estaría enojado por no haber conseguido eliminarla.

Era una víctima de sus propios pensamientos y ahora que lo recordaba, no tenía la certeza de haber soñado en todas las noches que llegaron después de enterarse quién era su verdadero padre, solo tenía la constancia escrita en su cabeza de haber tenido visiones diurnas.

Era una noche más, no tenía nada especial además del dolor en su cuerpo tras pasar tanto tiempo entrenando en batalla cuerpo a cuerpo.

Lo único que salía de la normalidad, aunque no demasiado ni para mal, era que había logrado conciliar el sueño sin grandes dificultades y sin esperar demasiado tiempo.

Al dormir su cerebro se apagaba casi por completo, o al menos tenía esa sensación, hacía un tiempo que no sentía como entraba en un escenario creado por su subconsciente ignorando su entorno.

Así que al instante en que abrió los ojos y se vio envuelta en una sábana extremadamente blanca y suave, se asustó, en una habitación diez veces más grande que la suya, sentada frente a un gran escritorio, que le recordaba un poco a sus aposentos en Caladan.

Se puso de pie con dificultad, aunque a los segundos se estabilizó y comenzó a caminar con total normalidad, tenía una sensación extraña recorriendo su cuerpo, como mil escalofríos que subían y bajaban sin parar y un grito en su cabeza que le exigía volver a la cama.

Algo le impedía cometer aquella acción, por lo que siguió caminando hasta llegar a una puerta de oro, grabada con cientos de aves fénix y águilas, una vez la atravesó, se encontró con dos soldados de apariencia fremen, quiénes, lejos de increparla, se cuadraron ante su presencia.

──Buenos días, Majestad── ambos saludaron, aquel que parecía ser el de mayor rango comenzó a seguirla apenas dejó aquel lugar.

¿Majestad? ¿Dónde estaba?

Todo era de mármol, el suelo, las murallas, el alto techo, con decoraciones de flores rojas, azules y violetas, en algún punto del extenso corredor se encontró con varias pinturas.

Tenían rostros familiares, se demoró unos segundos en reconocerse a sí misma, luego a Paul, a Killian, al General Kudar. Le pareció extraña la forma en que vestían, llevaban uniformes militares llenos de condecoraciones y ella, un vestido verde oscuro con brillantes.

Nunca habría llevado ese traje, parecía pesado, en Fénix y Caladan siempre había decantado por telas más delgadas como brocado, encaje y tul.

Y al mismo tiempo, no se sentía ella en aquellos retratos. No cuando percibía un cambio demasiado grande en sí misma como para poder aceptarlo y tan siquiera comprenderlo un poco.

DARK RED ━━ atreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora