xxx. fluctuating consciousness

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CONCIENCIA FLUCTUANTE

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CONCIENCIA FLUCTUANTE

Las horas que sucedieron al despertar de Paul solo pueden ser descritas como agónicas, Kegavie, quién solía quitarle el peso a diversas situaciones, no fue capaz de forzarse a creer que era una buena idea bajarle el nivel al asunto.

Paul se había convertido en lo que llamaban el Kwisatz Haderach.

No lo reconocía en lo absoluto, parecía que su humanidad había dejado todo atrás excepto ese cuerpo, ahora dominado por una mente presciente.

No era una víctima física de la situación, pero sí mental, sentía un corte en el hilo que los unía, uno demasiado drástico, sentía que le habían arrancado el alma a tirones, miles de ellos y a pedacitos. No dejaba de ser extraño, porque ella no había sido quien tomó el agua de la vida, su cuerpo no había cambiado, su conciencia seguía allí, dormida.

Frente a la sensación de vacío que, contradictoriamente, llenaba su alma, intentó irse de aquel lugar, una de las miles de cuevas en el sietch, a otra, en el que parecía que sería un vago intento por relajarse.

Paul la llamó cuando se puso de pie, aunque no mencionó su nombre.

──Estas cosas dentro de nosotros son tan antiguas ──dijo Paul haciendo un amago con sus manos, ella se giró confundida── que están difundidas por todas las células de nuestros cuerpos. Somos modelados por estas fuerzas. Uno puede decirse a sí mismo: «Sí, comprendo como puede ser esta cosa». Pero cuando uno mira dentro de sí mismo y debe afrontar las fuerzas primordiales de nuestra existencia, entonces es cuando ve el peligro. El mayor peligro del que da, es la fuerza del que toma. El mayor peligro del que toma, es la fuerza del que da. Es tan fácil ser arrollado por la fuerza que da, como por la que toma.

Ella lo miró con extrañeza, ¿de qué hablaba? Instintivamente se alejó lo más que pudo y dejando toda discresión de lado, lo miró con duda, como a un desconocido que no le provocaba confianza, porque era cierto, no se la transmitía y no se parecía en nada la persona que amaba.

Cada vez estaba más segura de que ese, ese no era Paul Atreides.

Uno de sus mayores miedos, que la parte que no conocía de él se le presentara y estaba justo allí.

Los dos solos en aquella cripta, ella se sentía amenazada y no había despegado la mano de su crys desde que él le había dirigido la palabra. Alerta a la amenaza, Kegavie era otra, escondida tras su semblante serio podía ser mortal si las condiciones se daban y terminaban en un duelo cuerpo a cuerpo.

Los dos estaban entrenados con la misma táctica y el mismo final: sobrevivir. Y ahora que la idea pasaba por su mente, si no reaccionaba correctamente terminaría desenfundando su cuchillo y el resultado no sería más que desastroso e infructífero para ambos.

──Viven en nosotros. Nuestros antepasados en nuestras memorias, en lo profundo de nuestra conciencia── Paul continuó cuando la diestra de la caoba se retiró de la empuñadura del crys, justo al lado de este tenía el cuchillo sardaukar que le había regalado y amenazó con empuñarlo, aunque terminó por sostener un broche de su destiltraje──. Acepta tu destino── él le tendió su mano──. Y despierta tu conciencia, conéctate con ellas, conviértete en lo que siempre has debido.

DARK RED ━━ atreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora