Capítulo 30-A él.

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Que difícil es coincidir en cuerpo y alma con otra persona es como...un torbellino.







—No te entiendo.—Daba un paso.

Heriberto bajó el rostro y negó en silencio.

—Conque yo lo haga es más que suficiente.—La miró.—Victoria debo trabajar.

Ella sonrió irónica.

—Supongo que me estás corriendo ¿No?.

—Puede ser...

Ella asintió terminando de acercarse a él.

—Bien, solo una última cosa.—Lo tomaba de los antebrazos.

Y sin decir más lo besó, primero con suavidad, probando el dulce sabor de sus labios, segundos más tarde Heriberto le correspondía pero no con la misma suavidad, él la tomaba de las caderas y la apretaba contra él, devolviendole el beso completamente lleno de fuego, era como si nunca hubiesen probando sus respectivas bocas, era tan adictivo tan...

—Necesito que te vayas...—Le pidió contra su boca, con la respiración entrecortada.

Victoria lo miro fijamente a los ojos unos segundos y supo que era lo mejor.

—No voy a perderte...—Le acariciaba las mejillas.—De eso puedes estar seguro.

Heriberto no dijo más, era tanto lo que tenía por decir pero muy poco lo que recibía. La miró cerrar la puerta tras de sí para luego soltar un sonoro suspiro.

—Ojala Victoria, ojalá...—Dijo con una pequeña esperanza.—porque estoy completamente enamorado de ti.






Los días comenzaban a pasar, algunos lentos y otros, relativamente rápidos, el revuelo de las fotos habia bajado un poco, ya no la acosanban tanto cuando salía en las calles y es que sinceramente ese tema ya la tenía cansada. Había dedicado su tiempo a resolver todos los aspectos de su vida, esa tarde, precisamente debía verse con el pesado de Osvaldo, necesitaba que el divorcio se disolviera lo antes posible, ya no quería verse involucrada con el en ningún sentido.

—No me interesa la casa Osvaldo ¿La quieres? Pues te las puedes quedar.—Apretaba la tacita de café, aguantando las ganas de lanzarle el líquido caliente en la cara.

Osvaldo alternó la mirada entre la taza y el rostro de Victoria.

—No te vuelvas loca Victoria, te conozco bien y se lo que estás pensando.—Le señalaba.

Ella sonrió algo maliciosa.

—Entonces no me tientes...

Osvaldo se quedó en silencio mientras pensaba.

—¿Cómo fue que llegamos a esto Victoria?.—Dijo algo triste.—En que momento nos convertimos en lo que nunca juramos ser.

Victoria se quedó sin palabras, tomó un sorbo de café mientras buscaba las palabras indicadas.

—A veces las cosas se salen de control, algunos "Para Siempre" se rompen en el camino.—Hizo silencio.—y fué...nuestro caso.

Osvaldo la tomo de las manos, indicándole con la mirada que no se preocupara.

—Yo te amo, eres la mujer de mi vida Victoria, la madre de mis hijos a la que jure amar toda mi vida.—Decia sin quitarle la mirada de los ojos.—Fuí el peor de los hombres al engañarte y creeme que estoy muy arrepentido y sé que todo lo que está sucediendo en nuestras vidas es mi culpa, alteré todo.

—Absolutamente todo.—No podía estar más de acuerdo.—Yo...yo ya no te amo Osvaldo, algo se rompió desde ese día y para mí, ya no hay reparación, no puedo olvidar lo que hiciste.—Retiraba las manos.—Ya yo no quiero pelear, quiero estar tranquila, lo mejor es que terminemos esto de una vez por todas.—Miraba la entrada de la cafetería, la mujer que estaba muy cerca le parecía conocida.

La Dama De Hielo. V&HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora