Capítulo 27-Amada mía.

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Aquí, dónde los sentimientos se juntan.



Victoria lo tomaba muy fuerte de los hombros, gemía sin poder contenerse mientras sentía cada centímetro de Heriberto entrar y salir sin control alguno, era una mezcla de sensaciones que se intensificaban en cada embiste.

—Me encanta tenerte así, sentirte mía...—Murmuraba muy cerca de su cuello, saboreó uno de sus pezones y ella suspiró muy fuerte.—hacerte el amor...

Victoria solo lo miraba, tenía las mejillas sonrojadas, las pupilas dilatadas y el corazón a mil.

—Te amo.

Heriberto sonrió y comenzó a besarla apasionadamente mientras sentía que todo explotaba a su alrededor.



—Eres una mujer muy difícil.

Victoria se giró un poco para mirarlo, aún permanecía desnuda sobre su pecho.

—¿Entonces te gustan las fáciles?.

Heriberto no pudo evitar sonreír, las apretó con suavidad contra él y depósito un beso en su cabeza.

—No, simplemente que desde que te conocí me la has hecho difícil.

Ella lo miraba fijamente.

—Eso no responde a mi pregunta.

—A mi solo me gustas tú y es por el simple hecho que tú amada mía, tienes algo que no logré ver en nadie más y no, no me gustan fáciles, contigo cada día es una aventura y eso...—Lo pensó un momento.—me gusta.

Victoria le sonrió y se detuvo a besarlo unos segundos.

—Te odio...—Soltó luego de unos breves segundos de silencio.

—¿Porque?

Victoria suspiró escondiendo el rostro en la curva de su cuello.

—Porque eres un maldito, no sales de mis pensamientos desde que te conocí, estás ahí, chingue y chingue hasta que lograste que me enamorara de ti, esto no debía pasar ¿Sabes? Yo era inalcanzable.

—Y mira dónde y como tengo a la inalcanzable.—Acariciaba uno de sus pechos.

Ella se sonrojó mientras sonreía.

—Ya, no me lo recuerdes.

—A ti te encanta estar aquí.

—Ya no puedo negarlo, amo estar aquí, creo que se ha convencido en uno de mis lugares favoritos...—Lo miraba a los ojos.—donde siempre quiero estar.

Un brillo destelló en la mirada de Heriberto, es que simplemente su corazón se agrandaba de amor por Victoria, ella tenía algo...un no se qué que iba creciendo  con el pasar de los días.

—Que voy hacer contigo Victoria.

Ella le acarició el rostro con suavidad.

—Amarme y hacerme el amor, que más.

—Es un placer amada mía.

Victoria le sonrió un tanto pícara y se subió un poco sobre él.

—¿Que hora es?

—Lo suficientemente temprano, aún tienes tiempo de que me violes y podamos descansar después.—La tomaba de las caderas sin dejar de mirar los senos de Victoria.

—No te cansas verdad.—Dijo con voz baja mientras dejaba que Heriberto se apoderara de sus senos.—Dios...—Jadeaba tomándolo del cabello.

—De ti nunca...—Balbuceo contra su piel.












La Dama De Hielo. V&HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora