El amor duele, las palabras duelen, las espinas y los golpes de la vida...duelen.
Heriberto quedó totalmente quieto por algunos segundos, quería irse, tomarla en los hombros como un cavernícola y correr muy lejos donde nadie pudiera encontrarlos, mínimo por algún par de meses y aunque la idea le fascinaba, sabía que todo aquello no era más que una fantasía que terminaría acabando con él. No quiso pensarlo más, ni tratar de ser razonable con nadie de lo contrario, terminaría por volverse loco mas...de lo ya estaba gracias al monumento de mujer que tenía frente a él.
—Ven.—Le ofrecía la mano en clara invitación.
Ella no pudo evitar la sonrisa triunfante que nació entre sus labios, sabía lo que pasaría, lo candente que sería todo aquello...era la gloria.
No lo dudo ni un segundo y lo apretó muy fuerte de la mano, temiendo a que quisiera soltarla, el corazón palpitaba muy rápido en su pecho y ni que decir de la vértice entre sus piernas ¿Como le explicaba que ya no podía controlarse?.
—Sacame de aquí.—Le pidió, mirándolo fijamente a los ojos, casi que suplicándole, nunca se doblegaria ante nadie, Victoria Sandoval nunca rogaba y menos por un hombre, pero en ese caso...—Esta noche soy solo tuya.
Él sonrió algo forzoso, tenía la penosa tarea de dejar tirada a Leticia por...Victoria, cosa que sin duda alguna haría. Tenía un grave problema con su pantalón, iba a estallar y si ella seguía mirándolo de aquella manera, perdería los estribos.
—No me mires así.—Le advirtió apretando la mandíbula.
Ella le sonrió coqueta y lo tomó con sensualidad de la corbata.
—¿Así como? ¿Tienes algún problema?.
Heriberto dejó salir un gran suspiro de su garganta, bajó la mirada unos segundos para después mandar al demonio cualquier pensamiento razonable en su cabeza.
La tomó de las caderas con fuerza y la pegó completamente a él, mirándola profundamente a los ojos, era como una sensación de hormigueo que calaba sus cuerpos. Victoria dejó de sonreír lentamente, la mirada de Heriberto se había oscurecido y la manera en que sus dedos se deslizaban por su pequeña cintura la estaba enloqueciendo.
—Maldita sea la hora en la que me crucé en tu camino.
Victoria no supo el momento exacto en que el Heriberto tomó su boca en un beso feroz, lleno de deseo y hambriento por llegar más allá, era como si cada beso lo hiciera desear más y más, ella no se quedaba atrás, era lo que quería, que ese hombre le arrancara la ropa y la hiciera gritar, ya no seguiría negándose, no podía seguir haciéndolo cuando ya su cuerpo la traicionaba.
—¿Te arrepientes?.—Logró decir entres besos fogosos, Heriberto paseaba las manos por todo el contorno de su trasero.—Dios...
Heriberto la azotó mientras mordisqueaba su labio inferior.
—Jamás y Dios...no creo que nos habra las puertas del cielo después de esto.—Susurró contra sus labios, volvió a tomarlos en un beso más suave y la tomó de la mano para ya salir de ese lugar.—Vamonos de aquí.
—Hagale, ya me estoy muriendo de hambre.
Heriberto le apretó de la mano tratando de respirar un tanto calmado, ya era demasiado evidente la lujuria que los envolvía, sin embargo sentía que Victoria tenía un cartel tatuado en la frente que decía "Hoy vamos hacer el amor como un par de animales salvajes".
—Victoria...—Murmuró entrandose entre las mesas del lugar, las miradas de dirigían nuevamente a ellos.—¿No te importa que te vean conmigo?
Ella negó sin dejar de sonreír, era conciente de que una que otra persona la miraba de reojo, algunos por admiración y otras por...envidia.
—¿Crees que me importa lo que otra persona diga? Soy millonaria Heriberto, gracias a mí y por mi, tengo todo lo que se me da la gana.—Sonreia aún más al notar que Leticia volteaba a mirarlos.
Heriberto no dijo más, en la mirada de Leticia había más que desilusión, era un sentimiento que desconocía pero que muy en el fondo, quería saber que era.
—Lety.
Ella se tomó todo el contenido de la copa de un solo golpe.
—¿Te vas?.—Ya lo había presentido, una pequeña punzada se instalaba en aquella parte sencible de su anatomía, no podía evitar mirar la unión de ambas manos y de como Victoria la estaba mirando a ella.—Enserio creí que morias por salir a cenar conmigo o bueno, eso fué lo que dijiste.—Soltó con ironía.
No sabía ni que decir, estaba realmente apenado con ella.
—Es que se me presentó un...—¿Que iba a decir? ¿Que la dejaría por ir a besar los preciosos senos de Victoria?—Perdoname si, te prometo que te voy a recompensar por esto, llamaré para que alguien venga por ti.
Leticia negó rápidamente.
—Ni te preocupes, no es necesario ya tengo quien lo haga, mejor vete, no la hagas esperar más.
—Leti...
—Vamonos Heriberto, ya te dijo que tiene quien la lleve a su casa.
Leticia sonrió con amargura.
—Asi es.
Era la situación más incómoda de toda su vida, estaba muy apenado y Victoria no estaba ayudando.
—Prometo que te voy a recompensar, y de verdad perdón por esto.
Ella solo se encogió de hombros.
—Vete.
Heriberto suspiró algo frustrado y no le quedó más que darse la vuelta para marcharse con Victoria, antes de salir pagó todo el servicio del restaurante, era lo menos que debía hacer, era el colmo que Leticia terminara pagando.
—¿Estás molesto?.—Preguntó mientras Heriberto la abría la puerta del copiloto.
Heriberto la estampó contra la puerta para hablarle casi que rosando sus labios.
—¿Te parece que estoy molesto?.—Indagó recorriendo el escote del vestido con los dedos.
Victoria respiraba algo agitada, quizás los nervios comenzaban a salir.
—Yo no...solo...
Sonrió y la besó unos instantes.
—Vamonos de aquí.
«Estas ahí, entre mis ganas de arriesgarme y el miedo a enamorarme.»
Aquí les dejo un pequeño regalito 🤷🎈