Capitulo 12-La intrusa.

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¿Que tan cierto era eso de que del amor al odio solo había un paso? Solo que en esta ocasión, era viceversa, había amor flotando por todas partes y aunque Victoria trataba de deshacer los corazoncitos que por ahí revoloteaban no hacían más que restregarle en la cara, que ese hombre ya era importante en su corazón, más...de lo que ella quería aceptar.

¿Indignante? Indignante era poco, más bien era una cachetada que la traía de vuelta a la realidad. Estaba sentada junto Fernanda escuchando todo lo que Heriberto decir respecto al caso, aunque bueno para que mentir, en realidad no lo estaba escuchando, lo observaba detenidamente como si estuviese en un mundo paralelo, donde no podía escuchar nada saliendo de sus labios, estaba como hipnotizada, enfadada por la forma en la que Heriberto se había atrevido a ignorarla ¿¡Cómo es que eso podía ser posible!? Tanto esperar a verlo, tanto pensar en eso para que estuviese tan...¿Distante?

«Maldito infeliz, que se cree, por lo que me importa, claro ya se le pasó la calentada, seguramente alguien más ya se la quitó.» se decía en silencio apretando los dientes, y sí, la sola idea de imaginarlo tocando a otra mujer como lo había hecho con ella, la llenaba de rabia, de un sentimiento turbio que la nublaba la mente.

—¿Escuchaste mamá?.—Le decía Fernanda con los ojos destellantes de la emoción.—hay muchas posibilidades de que vuelva a caminar.

Victoria parpadeo un par de veces saliendo de la nube en la que andaba, para disimular era pésima y Heriberto pudo más que notarlo, no le había quitado la mirada de encima en ningún momento y su corazón saltaba como loco en su pecho.

—Te lo dije mi vida.—le tomaba una mano apretujandola suavidad, le sonreía.—la esperanza es lo último que se pierde.

Su hija le sonrió aún más y una parte de ella se acongojó, estaban en la primera cita médica de su hija y ella ni siquiera había prestado atención a nada de lo que se había dicho y todo, porque le atraía el doctor que tenía al frente.

Heriberto sonrió con suavidad, observo a Victoria unos segundos para después apartar la mirada.

—Asi es señora Victoria.—Ella entre cerró los ojos ante el comentario.—haré todo lo que esté al alcance de mis manos para que su hija vuelva a caminar.—Removia uno que otro documento en el escritorio, la joven lo miraba con dulzura, quizás por la ilusión de volver a caminar.—nada en esta vida es fácil y quiero que lo entiendas porque en las terapias esto es importante, pero vale la pena.

—No importa, yo estoy dispuesta todo lo que usted me diga.—Aseguró apretando la mano de Victoria.—se lo prometo.

Heriberto asintió satisfecho, mencionó un par de cosas referentes al crip y se levantó para dar por finalizada la primera consulta.

—Bueno me alegra verte feliz y entusiasmada esa es la actitud, quiero verte así cada día, yo sé que tú puedes.—Victoria los miraba en silencio, tratando de permanecer lo más quieta posible.—fue un gran honor conocerte Fernanda.

La joven se removió en su silla.

—Muchas gracias por todo Doctor, para mí también fue un placer conocerlo, sé lo mucho que le costó a mi mamá conseguir que usted me atendiera, no los voy a defraudar.—Miraba a Victoria.

—Bueno creo que ya es hora de irnos, muchas gracias doctor.— Dijo un tanto seca, sin entender porque le afectaba de que Heriberto prácticamente no...¿Le prestaba atención? Era absurdo.—no tengo palabras para agradecerle, lo que está haciendo por mi hija.—Mencionó algo forzada.

Heriberto se levantó de la silla y rodeo el escritorio.

—No tiene nada que agradecer, es mi trabajo.—La recorría disimuladamente, le encantaba esa mujer le quemaba deseaba besarla hasta ya no poder respirar, lo interesante de todo es que sentía que Victoria estaba enojada y precisamente con él.—y amo lo que hago, la mantendré al tanto de todo.

La Dama De Hielo. V&HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora